Decía un amigo, grande, alto, querido, que “Ahora lo revolucionario es hacer cumplir la ley”, cita que he utilizado, desde que se la escuché, en diferentes ocasiones y aplicada en varios ámbitos bien distintos. Lo revolucionario es hacer cumplir la ley.
La realidad refuta su afirmación de manera permanente, con tozudez y empeño. Sin temor a engaños.
La última ocasión para ello ha brotado en voz y pluma del concejal de Playas del Ayuntamiento de Marbella, Manuel Cardeña, que ante una crítica de Izquierda Unida hacia el área de su responsabilidad, el mencionado optó por calificar a la formación como “organización bolchevique”.
La petición no era descabellada, es más, ponía negro sobre blanco una realidad. El nuevo Plan de Playas de la ciudad de Marbella apuesta por los espacios lucrativos en vez de por el uso social de la misma, es decir, favorece las actividades económicas por encima del uso que pudiera hacer, y al que tiene derecho, la ciudadanía.
La contestación no se hizo esperar y respondía más a un exabrupto que a una justificación política, porque lejos de argumentar esta apuesta por lo privado en lugar de lo público, completamente lícita, pone en el disparadero esa frase de “organización bolchevique sustentada en la represión”, que ya ha dado vuelta y paseo por las redes sociales.
Pero antes, el mismo concejal de Playas había dado un paso más asegurando que Izquierda Unida había pasado por la delegación de Sostenibilidad durante dos años “sin comprender cómo funcionan nuestras playas”. La pregunta que ahora viene a la mente es obvia…. ¿Cómo funcionan? Imagino que en cumplimiento de la ley. Repregunto… ¿Cómo funcionan nuestras playas? Y como un fogonazo aparece en mi mente la frase, el axioma, “Ahora lo revolucionario es hacer cumplir la ley”, así que al final, va a tener razón el concejal de Playas en esto de bolchevique.
El problema de estos epítetos vocingleros es que sitúan un árbol gigante delante del bosque y la anécdota se hace noticia y la noticia se transforma en anécdota.
Porque lo que había detrás de la pregunta que formulaba Izquierda Unida es un debate sobre el modelo de playas que queremos para Marbella y la gestión que hacemos de las mismas. Unas playas esquilmadas por el cemento, sometidas al arbitrio fatal de los temporales, ocupadas hasta la extenuación durante la temporada alta por chiringuitos y hamacas… El nuevo plan de playas propuesto por el equipo de gobierno apuesta de manera abierta por su mayor explotación con un fin lucrativo evidente en detrimento de su uso social.
Pero no convendría olvidar que el espacio de los arenales marbelleros es el que es y un mayor aprovechamiento lucrativo, esto es 4 zonas recreativas, 156 de hamacas, 16 quioscos de helados, 21 quioscos de playas, 36 zonas para masajes, 6 parques acuáticos, 23 zonas náuticas, 28 chiringuitos, 37 espeteros y 45 zonas de mesas y sillas, reduce el uso público y el espacio social que es el que corresponde a toda la ciudadanía. Pero este debate, no se ha abierto, y se ha quedado más en la chanza rojeras que en el debate a futuro.
Ahora, estos días, espoleados por las redes sociales nos quedaremos con la anécdota, con el “bolchevique” aireado por el concejal, pero este verano, cuando las playas vuelvan a estar en el disparadero, nos acordaremos de los usos que henos querido darles. Al tiempo.