Vacunación

Siempre me han emocionado e inquietado a un tiempo las cuentas atrás. Cuando en Cabo Cañaveral lanzan por megafonía ese countdown de 10, 9, 8, 7, 6… que uno sigue con la ilusión casi hipnótica de un niño que espera una sorpresa final… 5,4,3,2,1…  

Con el proceso de vacunación me está ocurriendo un tanto. La cuenta atrás que se mantenía aún lejana y distante en el tiempo se va a cercando cada vez más. Nacidos y nacidas en 1970, 1971… Como un tic, tac, un reloj de arena que consume el tiempo hacia atrás con cierta morosidad. Fueron nuestros abuelos y abuelas, nuestras madres y padres, el personal sanitario, el personal esencial, y ahora comienza a sonar la quinta de uno, como en un festejo anual que en tantos pueblos y municipios se conserva y celebra.

Me consta que esto es así, que en el Palacio de Congresos de Marbella se han producido encuentros de quintas y de quintos que el tiempo y la distancia había separado y ahora, el remedio contra la pandemia del COVID ha unido de nuevo aunque sea de manera momentánea.

Asisto aún como espectador a este proceso y celebro cada dosis de vacuna próxima o lejana como un triunfo propio, personal. Me ilumina y me conmueven las imágenes de mangas remangadas, brillo en los ojos, sonrisas enjauladas tras las mascarillas que pueblan las redes sociales y los grupos de wasap. Y, del mismo modo, siento un respeto intenso y profundo por los y las profesionales de la sanidad que aplican los viales con diligencia indolora y rapidez inusitada, casi siempre con un gesto o una palabra amable.

El 27 de diciembre de 2020 se vacunaba la primera persona en España, se llama Araceli, tiene 96 años. Eugenia, de 88 años, ese mismo día, fue la primera persona vacunada en Málaga en una residencia de El Palo. El 30 de diciembre de 2020 fue el turno se Jorge, enfermero del Hospital Costa del Sol, primero en inocularse la vacuna en Marbella. Así, hasta hoy.

Los agoreros, salvapatrias, cuñados y miembros del club selecto de la Agonía y la Certidumbre Manifiesta andarán ahora porfiando sobre los defectos del proceso de vacunación, de la idoneidad de determinadas decisiones, de los magnos errores, de los equívocos mayúsculos. Que hablen, que ladren, que aúllen. No vencerán el sueño cálido de apuesta por la humanidad y la sociedad y la ciencia que supone el proceso de vacunación para un servidor.