VAMOS A MORIR

VAMOS A MORIR. El otro día, escribimos esta frase en la pizarra. En letras grandes, en mayúsculas. VAMOS A MORIR. El público al que iba dirigida tenía entre 9 y 15 años. No era un público inocente, eran los alumnos y alumnas del Taller de Jóvenes Reporteros que mi socio, compañero, amigo, Miguel Díaz y un servidor impartimos para la Asociación de Altas Capacidades. VAMOS A MORIR. No hizo falta adelantarles sobre la cuestión, todos ellos y ellas sabían perfectamente que el tema a tratar iba a ser el coronavirus.  

Cuando la sociedad entra en pánico, la opinión pública se convierte en un caldo de cultivo más que propicio para generar la alarma que precede al caos. El miedo, espoleado por la desinformación, por las noticias falseadas, las fake news, por la condición humana a situarnos en lo peor como reacción instintiva de supervivencia, alimenta la superstición y las creencias, que se disparan gracias a las nuevas tecnologías y a los canales de comunicación informales y a la sobreexposición de determinados temas en los formales. Y la frase, preocupante de VAMOS A MORIR, se transforma de manera inmediata en ¡¡¡VAMOS A MORIR!!!, con tres o cuatro admiraciones a cada lado, para reforzar una idea, por otra parte, muy clara. ¡¡¡VAMOS A MORIR!!!

El objeto de comenzar el taller con esta frase es que los periodistas en ciernes, y no solo los profesionales, si no la ciudadanía en general, debemos intentar transformar, en un ejercicio de raciocinio, abandonar la especulación y centrarnos en los hechos, para transformar las admiraciones en signos de interrogación ¿VAMOS A MORIR? (Evidentemente sí, pero muy probablemente no a causa del coronavirus) ¿VAMOS A MORIR? E intentar dar respuesta a esta pregunta cotejando las informaciones que tenemos, las que nos llegan por diferentes vías, verificando las informaciones de medios fiables (altamente recomendable la web maldita.es) y dando pábulo sólo aquellas comunicaciones que provengan de organismos oficiales, etc.

Y sí, hay teorías de la conspiración, tantas como personas con miedo, temor o interés, pero no podemos dejar de creer en la veracidad de las intenciones de la Organización Mundial de la Salud. Desde que se comenzó a hablar del coronavirus he escuchado hasta 5 versiones distintas de su origen, la más extendida, que provenía de la ingesta de una sopa de murciélago. Luego ha habido otras, más racionales, pero no tan sabrosas como esa.

¿VAMOS A MORIR? Uno de los objetivos de este taller es fomentar el espíritu crítico, transformar las admiraciones en interrogaciones, plantar la semilla de una visión menos crédula sobre la realidad, una mirada consciente sobre las informaciones y los medios de comunicación. La edad del alumnado es corta, pero la charla era necesaria. Hasta los más pequeños habían escuchado teorías mil acerca del coronavirus y cierto temor, aún breve y pequeño afortunadamente, anidaba en su interior.

¿VAMOS A MORIR? Sí, con total seguridad.

Pero hoy, mañana, en Marbella, de coronavirus, difícilmente.