Mientras se resuelve el asunto de la construcción del anhelado proyecto del puerto de la Bajadilla, lo cierto es que en Marbella debemos seguir esperando que puedan llegar esos cruceros que interesan tanto desde el punto de vista comercial, económico y turístico, una llegada que parecía más cerca cuando comenzaba el sueño del nuevo puerto (ahora, indudablemente, en el aire), pero que nunca entendí por qué no existía ninguna posibilidad en el mismo sentido, en nuestro archiconocido Puerto Banús. Aspectos técnicos y geofísicos supongo que impedirán la llegada de cruceros a uno de los mayores puertos deportivos del Mediterráneo.
Ahora bien, hace unos días pude observar en un conocido medio de comunicación algo que, sinceramente, no me gustó mucho, y todo porque una imagen vale más que mil palabras. Al hilo de la noticia de la posible retirada de la concesión al jeque Al-Thani y la también posible no construcción del nuevo puerto, se publicaba una fotografía que bajo ningún concepto puede relacionarse con el correspondiente pie de letra que mantenía.
Se divulgaba una imagen de varias personas, descendiendo de una barca en plena orilla de la playa de La Fontanilla y afirmándose que, para evitar escenas como la que se ilustraba, era necesario ese nuevo puerto y la correspondiente llegada de cruceros. Es del todo falso que, cuando ha llegado algún barco de ciertas dimensiones a la ciudad, se han desembarcado a los cruceristas, mediante barcos de transporte más pequeños, pero siempre a través del Puerto Deportivo nunca se ha visto a cientos de pasajeros en pleno rebalaje, descendiendo de una barca, zapatos en mano, atravesar la arena de la playa y comenzar su recorrido por la ciudad.
Una imagen como esa puede llevar (y lleva) a una percepción totalmente errónea de cualquiera que lea la noticia con esa fotografía ilustrativa. De hecho, varias personas me hicieron el mismo comentario tras observarlo. No era una imagen real. Con esas cosas hay que tener, creo, mucho cuidado y más esmero, sobre todo porque no están reflejando una realidad cierta.
Una cosa es el estancamiento del proyecto del puerto, con las respectivas causas y responsables del mismo; otra, la imposibilidad acerca de la llegada de cruceros a la ciudad; y otra muy distinta, propagar una imagen que no es cierta y que puede, incluso, conllevar efectos negativos cara a nuestra marca como destino.