Agur Ama

16/03/2015
Hay momentos en la vida que precisan de templanza, mesura y tranquilidad, aunque la tensión y la emoción estén a flor de piel. Nunca hubiese querido sentarme a escribir esta columna de hoy, reconozco que me ha costado demasiado, pero estoy convencido que mi más fiel lectora lo hubiese querido. He necesitado… quince días. 

Hace quince días que me dejaste, que nos dejaste, a muchos, a tus seres más queridos, tus familiares, tus amigos, pero tambien a tus tantos conocidos, tus vecinos, tus paisanos… dejaste tu Marbella de adopción y tu Bilbao de nacimiento. El vacío es tan inmenso que intentamos llenarlo con una actividad frenética tanto en lo profesional (y por tanto, en relación con las obligaciones) como tambien en las devociones, y esa labor que tengo el honor de desarrollar dentro de la Hermandad del Nazareno, pero tambien con los proyectos solidarios como DJ Retro Pinchando Por una Causa, ambas labores, de las que se, te sentías tan orgullosa que un hijo tuyo, el mayor, estuviese tan implicado e ilusionado.

En cambio, hace más de quince días que no abro esta Trastienda que tan fielmente leías cada día. Y cuidado si no imprimía el artículo (la carta, como solías nombrarla) y llevártelo en papel, porque eso de la tecnología no iba contigo. Has sido -como decía- mi más fiel lectora, por eso, esta columna (con la que sabes, disfruto tanto), va especialmente dedicada a ti.

Hace tambien, un poco más de quince días, que me hiciste pasar unos momentos de gran nerviosismo, posiblemente los mayores de mi vida, actuando ante lo que parecía una reacción a un medicamento, pero realmente (como ha dicho tu hijo el pequeño), tu cuerpo no podía más. Y por más que lo pienso y lo comento con personas cercanas que te conocían, creo que te tragaste el dolor y el sufrimiento, precisamente para no causar más dolor y sufrimiento a las dos personas a las que, como todo el mundo sabe, más querías de este mundo: tus dos hijos. Es más, con lo frágil que, en apariencia y físicamente, estabas, has hecho honor a tus raíces vascas de pura cepa, a esas raíces cual árbol de Guernica, que hacen no sucumbir ante cualesquiera adversidades, soportando, aguantando y resistiendo a una urgente operación a vida o muerte. Pero en los ulteriores días, por más que se que luchaste, no pudiste con la devastación y los estragos que esa peritonitis había hecho en su cuerpo.

La sinceridad y claridad con las que los doctores nos plantearon la situación hizo que albergáramos pocas esperanzas -aunque dicen que es lo último que se pierde- pero tus dos hijos nos mirábamos y sabíamos el desenlace que se nos veía encima. Las informaciones de aquel domingo 1 de marzo, por la mañana y luego por la tarde, fueron certeras aunque indeseadas.

A partir de entonces, sólo quedaba organizar todo y mantener la compostura y la entereza, como siempre nos has enseñado. No pude sino retrasar todo un día más para que tus más cercanos parientes llegaran desde Bilbao, y darte el último de los “agur”. Tanta gente, tantos amigos, tuyos y nuestros, estuvieron arropándonos en esos días.

Todos los ámbitos donde tus vástagos han dejado algo de huella, estuvieron presentes en los momentos más duros que nos ha tocado vivir: la Semana Santa (tu Hermandad del Nazareno se volcó literalmente, y llevas colgada del cuello la medalla de la hermandad, que te acompaña eternamente); el mundo del baloncesto, en donde tantas y tantas horas hemos dedicado -so pena de ganarnos ciertas regañinas por la siempre excesiva implicación- estuvo presente, tanto a través del CB Costa Marbella como del CB Marbella, los dos clubes de nuestra vida deportiva; el Derecho, donde no sólo ese despacho al que he dedicado una gran parte de mi vida estuvo acompañándonos, sino otros compañeros de profesión; los medios de comunicación y el periodismo local al que sabes que desde hace décadas estoy vinculado (dando cuenta a los lectores y oyentes, de la fatídica noticia… seguro que desde ahí arriba escuchaste las palabras que nos dedicaron en Onda Cero); la vida municipal, con presencia de la Alcaldesa y numerosos concejales, dándonos un poco de tu tiempo para sobrellevar mejor el dolor. Pero junto a eso, personas que te conocían desde hacía muchos años y otros que sólo pudieron disfrutar de ti poco tiempo pero lamentaban tu rápida despedida. Cientos de llamadas, mensajes, condolencias que llegan aún por la calle cuando nos encontramos con tanta gente que nos conoce en este pueblo mío.

Ahora, quince días después, nos toca habituarnos a una soledad muy difícil de llenar. Son miles de recuerdos, miles de cosas las que hacíamos juntos, que costará una eternidad habituarse, pero debes saber que fuerza no nos falta, apoyos y amigos tampoco. Irremediablemente aún tengo cosas que, cuando voy a hacer, me doy cuenta que no puedo porque me faltas. Menos mal que tenemos a nuestro lado a tu fiel escudera Luisa, que nos está echando más de una y dos manos…

Esta próxima Semana Santa, y especialmente este próximo Miércoles Santo, serán muy pero que muy diferentes para tus dos hijos. Alguien ha querido que, casualmente, todo esto pase en un momento en el que formo parte de la Junta de Gobierno de la Hermandad del Nazareno, de nuestro Nazareno. Aquel que acompañaste, fielmente, durante veinticinco años, aquel que permitió salvar la vida de tu hijo el pequeño por una peritonitis aguda perforada, y que ha sido precisamente una peritonitis la que ahora te ha llevado de nuestro lado. Lo que es la vida… Pero sé que esa noche de Miércoles Santo tú irás detrás del Nazareno, con una presencia distinta pero igualmente fiel, y tus dos hijos no irán (como en los veintiocho años anteriores) en la fila de nazarenos. Ahora tenemos otra misión, momentánea y transitoria, pero dentro de un tiempo, cuando acabe esa misión, volveremos a coger el cirio, como a ti te gustaba.

Ya te has debido encontrar con tu ama y tu aita (mi amama y mi aitite), y con tus hermanos Endika y Txabi. Pregunta también por mis abuelos (tus suegros) Luis & Pepita, y seguramente te habrán recibido con saltos de emoción, esos animales que en nuestra casa siempre tuvieron la consideración de uno más (Moty, Key, Carla y Lagun, tu más fiel compañera). 

Son muchas las cosas que estos días nos han dicho, y casi siempre acababan confirmando lo especialmente orgullosa que estabas de tus hijos, que en la vida te habían dado un dolor de cabeza, y eso es algo que en los tiempos que corren, es mucho. Son demasiadas cosas las que quiero decir, pero al final se resumen en las dos palabras que titulan esta columna de hoy. Agur Ama.
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