Cambia de color

Queramos o no, se ha convertido en uno de los iconos de la imagen de Marbella. Cierto es que se ha adueñado, con el paso del tiempo, del nombre de la plaza donde se sitúa, ganando espacio al recuerdo de Monseñor Rodrigo Bocanegra (que es la denominación oficial del lugar donde se encuentra), y pocos se resisten a denominar a esa gran rotonda a la entrada del nucleo urbano con el nombre del “Pirulí”. 

Pues bien, la torre, linterna o faro (de tantas formas se le ha llamado…) necesitaba de un limpiado en toda regla, porque el paso de miles de vehículos al día así como la humedad del cercano mar, lo habían hecho convertirse en una mala imagen de la ciudad, con una costra de porquería que mudaba el anaranjado color cobrizo a un marrón que, sin duda, no podía estar más tiempo como carta de presentación de la ciudad en su entrada de poniente.

Durante unas semanas, el Pirulí ha ido cambiando de color paulatinamente, al tiempo que varios operarios subidos sobre una grúa, se afanaban en recuperar las originarias tonalidades y con ello, recuerdos de la época en que fue instalado, comienzos de los 90.

Al margen de discusiones sobre el gusto de quien tuvo la idea de instalarlo, lo cierto es que el Pirulí ya es parte de nuestro día a día, forma parte de nuestras conversaciones y, sobre todo, indicaciones para llegar a ciertos lugares (“cuando llegues al Pirulí, le das la vuelta y hacia arriba”, “cuando veas el Pirulí, a la derecha…”), ayudado de la presencia de la estatua de Jaime de Mora y dos establecimientos del mismo grupo empresarial. Pena da que nadie conozca la zona por su auténtico nombre, pero ya sabemos que en este pueblo mío (y en todos), al final se acaban asentando denominaciones nacidas de la gente.



En este verano 2014, quienes nos visiten, bien por primera vez, seguro que se fotografían con él de fondo, y quienes vengan año tras año, tambien notarán el cambio de color experimentado. Un cambio a mejor, sin duda.

Y mira que se le había adosado porquería… el marrón era más bien un negro que no dejaba en muy buen lugar a la ciudad. Por ello, desde esta humilde tribuna, agradezco a las autoridades municipales por haber tomado la decisión de dar lustre a uno de los iconos de la ciudad (aunque a muchos no les guste, la realidad es esa). Aunque quedan, eso sí, muchos puntos por repasar en cuanto a limpieza, no sólo en el centro de la ciudad (hace poco leía en un medio de comunicación la situación de la tan céntrica Fuente del Rocío del Paseo de la Alameda), sino en los barrios residenciales.

Espero que cunda el ejemplo.