Las obras en la céntrica parcela donde durante décadas se asentó la llamada Casona Sindical, o edificio de Radio Nacional de España (antes Radio Cadena), ya han empezado. Movimientos de tierras, máquinas trabajando desde primera hora, del día, ruido en la zona y una acción que parece haberse convertido en habitual cuando alguien (dependiendo quien…) hace una obra en el centro de Marbella.
Sin entrar a discutir sobre la venta-subasta del inmueble, sobre el proceso de adquisición, casualmente por alguien que parece tener privilegios en esta ciudad y al que no se le exige el cumplimiento de obligaciones en forma de sanciones pecuniarias, lo cierto es que una vez más se ocupa espacio público para intereses privados.
En esta ocasión, la ocupación ha sido de la acera izquierda de la calle Antonio Herrero, que es la prolongación de Alonso de Bazán, en la parte trasera de la parcela donde siempre se situó la emisora de la ciudad, y que todo parece que se creará actividad comercial, aunque los beneficios vayan al mismo de siempre… Parecería una tontería para algunos que pensarán que la inversión a realizar en la ciudad no merece pararse a pensar en lo que hoy comentamos. Pero sin desviarme del tema, lo cierto es que la mencionada ocupación de espacio público es un capítulo más de una práctica que parece ser habitual según quien la ejerza. Por ejemplo, hasta recientes fechas, la cercana calle Padre Joaquín Belón, donde para la construcción de nuevo edificio “inteligente” RS21 (junto al Álfil), se mantuvo ocupada como almacén, dicha vía pública, aunque parece que se ha “compensado” con la peatonalización, una compensación que entiendo no es tal puesto que el valor de disponer de un espacio público durante dos o tres años, destrozando la calle, no equivale a la compensación. Si en aplicación de la ordenanza municipal de ocupación de espacio público, tantos metros cuadrados (por ejemplo, para un contenedor-cuba) por tantos días suponen equis euros… ¿cuánto valdría toda una calle durante más de tres años? Además, de nada vale arreglar, subsanar y mejorar la calle que has usado a título particular, porque es una obligación intrínseca, que no equivale a resarcir el uso de una vía pública durante años para un interés privado.
Volviendo al asunto inicial y más reciente, varios han sido los lectores que se habrán percatado del tema en cuestión. Aunque, para mayor claridad, la fotografía que se incluye en este artículo de hoy nos sirve para ilustrar mejor la situación. Un peatón, cuando menos, que circule tranquilamente por la acera izquierda, en sentido hacia la calle Víctor de la Serna, aquella que nos lleva hasta la Cafetería (ahora Café) Marbella, tendrá que circular por la calzada o cambiarse de acera, como reza el cartel colocado a tal efecto (como si con eso fuese suficiente para usar un espacio público, de todos). Por no hablar de si quien circula es una persona con un carrito de niño, o alguien en silla de ruedas… la voracidad y avaricia empresarial obliga a “tirarse” a la calzada, y todo para tener más espacio para ejecutar su obra.
El Ayuntamiento, como garante de los bienes de titularidad pública, debería estar ojo avizor sobre determinadas prácticas de algunos que, primero, no benefician al ente público; segundo, perjudican a los vecinos; tercero, abusan de las licencias concedidas (de Obras en tal caso). Una cosa es permitir las obras de edificación que las normas urbanísticas prevean en dicho lugar, que se ejecuten de la forma más técnicamente viable, esperando que sea de un estilo acorde a la zona… Pero de ahí a comerse literalmente las aceras, que son de todos, va un abismo.