En estos pasados días de procesiones, devociones y manifestaciones, tanto de fe como de costumbres, saltaba la polémica en relación al uso que le dan algunos a una zona especialmente restringida. Una noticia que leía hace días me hacía reflexionar, y al mismo tiempo, escribir esta Trastienda de hoy.
Que un parque canino, único en la región en cuanto a dimensiones, genere conflictos por el uso incívico de unos pocos, cuando conocido es que uso está limitado a las mascotas y sus dueños, es para comenzar a preocuparse. Y la inquietud no creo que venga dada por los conflictos que se han creado, es que la sociedad camina (o sigue caminando) en una mala senda, una desacertada marcha hacia el egoísmo, la ingratitud y la miseria. Aquí todo el mundo va, como se dice, “a su bola”, intentando pasar por encima del que tiene a su lado, fastidiando -si puede- al prójimo…
Pero romper las mínimas normas de convivencia, por pura ansia de hacer lo que a algunos les viene en gana, supone que la administración competente haya tenido que tomar parte en estos conflictos. Varios propietarios de animales que acuden al parque canino han tenido diversas disputas con personas que, no bastándole la inmensidad del Parque de Nagüeles, tiene que situarse en la acotada zona para los dueños de los animales. Y lo más “gracioso” del asunto es que esos vecinos, encima, protestan y echan en cara que el perro se les acerque. ¡Si es que están en un parque canino! ¿Qué parte no entienden? ¿No se dan cuenta que, atravesando la puerta de acceso, en donde existe un cartel avisando que es un recinto canino, existen perros sueltos?
Parece ser que algunos propietarios prefieren que se retiren las barbacoas existentes en el parque de perros, y con ello, cortar de raíz el problema creado, y con ello evitar nuevos enfrentamientos. Pero por parte consistorial se prefiere -de momento- la redacción de nuevas normas de uso que se plasmen en carteles, cambiando las recomendaciones de uso por normas en toda regla. Para el Ayuntamiento, prima el derecho de los propietarios de las mascotas en estos parques.
Algo tan fácil de entender… y no comprendo cómo existen personas que, sin importarte absolutamente nada, que van por la vida como van, además de entrar en un recinto especial y restringidamente dedicado a los perros, se molestan si éstos se les acercan.