De moda Miguel Cano, ¿pero...?
Sin duda, la gran novedad del verano ha sido la nueva vía peatonal-comercial de Miguel Cano, en su zona sur, toda vez que la parte norte tuvo que ser replanteada para que durante los meses de verano, cesara la actividad en la reforma para que se mostrada de la manera más “presentable” posible cara a las miles de visitas que recibiría en estos tiempos de asueto.
Es la calle actualmente de moda en Marbella. Ambiente, oferta gastronómica, zona aparentemente peatonal… Ahí es donde ha empezado la polémica en la ciudad (y es algo que está presente en comentarios de la calle, en la redes sociales, etc.). De entrada, hay que decir que la mejora obtenida es innegable, para todos, a saber: ciudadanos, vecinos, comerciantes, visitantes…Lo que antes era una convencional vía, con calzada y no muy anchas aceras, en donde la actividad comercial se resentía en ocasiones por la falta de atractivo en general, ahora tras la finalización de los trabajos de remodelación (en la zona desde el túnel hasta el Paseo Marítimo), Miguel Cano es una de las calles más envidiadas, transitadas, visitadas y concurridas de la ciudad, aunque una vez transcurres por ella te das cuenta de ciertas cosas que no son lógicas, cuanto menos.
Simplemente basta con recorrer la calle a primera hora, con toda la vía expedita de mesas, sillas, expositores… para contemplar cómo ha quedado, y que la anchura de la vía puede tener una decena o más bien docena aproximada de metros. Pero cuando te trasladas a primera hora de la tarde, cuando empieza el bendito bullicio en la zona, dicha docena queda reducida, para el paso/paseo peatonal, a poco más de tres metros, es decir, una cuarta parte de la original superficie remodelada (peatonalizada). Las imágenes lo dicen todo.
Entiendo que los comerciantes de la zona, han sufrido en sus propias carnes, los trabajos de transformación, y merecen que la nueva configuración les otorgase un nuevo status para instalar terrazas que puedan ofrecer a vecinos y visitantes un marco gastronómico que implemente la oferta de ocio en la ciudad. Una calle céntrica a más no poder, con vistas al mar, con aparcamiento (de pago) cerca… alguno la han catalogado, exageradamente, como “la calle Larios de Marbella”, con numerosos establecimientos de diverso tipo, posibilidad de cenar tranquilamente, sin vehículos, donde los niños pueden jugar mientras sus padres degustan delicias culinarias…Tiene todo para triunfar, como se dice en el ámbito deportivo. Pero, insisto, he comprobado (y creo que en anteriores ocasiones lo he comentado en este espacio de opinión) que del uso se ha pasado al cierto abuso. Una cosa es permitir las terrazas, y otra multiplicar por tres las líneas de mesas y sillas hasta el punto de impedir el acceso a un garaje, por ejemplo; o bien que el acceso (por derecho propio) de los vehículos a los dos aparcamientos subterráneos de existentes edificios, provoque bronca con los comensales así como cuando se pretende llegar a un portal (antes con acceso rodado), porque una persona mayor no puede recorrer toda la calle, encima con bártulos encima.
Hay que compaginar el derecho del empresariado local a llevar a cabo sus actividades económicas, beneficiosas para ellos y para la propia ciudad también (generación de negocio, empleo, imagen…) con el derecho al paso de los peatones (fin primordial de la actuación transformadora llevada a cabo), y el acceso a los garajes (con vados) sin perturbar la comida de los clientes de restaurantes. Fácil no es, pero los rectores locales deben seguir sopesando estos temas, por ello creo que deben tener un axioma claro ante todo: el bien común por encima del interés particular. Eso es así en las actuaciones de la administración, sean al nivel que sean. Insisto una vez más que el apoyo al empresariado de Marbella es más que importante, pero debe siempre respetarse el objetivo de la transformación de la calle.
Como decía, la avenida Miguel Cano está de moda, ¿Pero? No a cualquier precio
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