Me he fijado en ello en varias ocasiones, sobre todo en verano, y recientemente una (fiel) lectora me lo hizo saber como un posible tema para un artículo. Como yo, muchos habrán visto en los pasados meses de la temporada estival, grupos de jóvenes (y no tanto), predominantemente británicas, vestidas con uniforme que incluye camiseta conmemorativa, artilugios en la cabeza y las tradicionales bandas que las atraviesan, con el mensaje de una inminente boda.
Las he visto no sólo por las calles sino también al pasar por la puerta de ciertos establecimientos hoteleros, todas con sus maletas, recién aterrizadas y llegadas (seguramente) en esos vuelos que son más baratos que el autobús de línea a Málaga.
Cierto es que dentro de esos grupos de extranjeras que arriban a estas tierras para celebrar el inminente cambio de estado civil, también las hay de clases más pudientes que, igualmente, eligen Marbella para celebrar su próximos enlaces y lo hacen en lugares exclusivos que sólo pueden encontrar por estas latitudes. Pero de forma mayoritaria, y de eso se habla en esta Trastienda de hoy, lo que está predominando últimamente es el modelo de despedida de bajo coste (“low cost” en la jerga habitual), que incluye borrachera, gritos por las calles y molestias en los establecimientos hoteleros. Me comentaba esta lectora que ha tenido conocimiento de las molestias sufridas y padecidas por amistades que decidieron pasar unos días en Marbella, en un hotel. Tuvieron que quejarse al establecimiento por la actitud de las huéspedes en su fiesta pre-boda, o lo que se han llamado las “chicas-despedidas”.
Y me refiero al género femenino porque es lo que predomina por esta zona, y menos mal… porque en lo que respecta a otros puntos turísticos del territorio nacional, suele ser más predominante los grupos de “semi-holigans” descamisados, alcoholizados a más no poder y que les da por la absurda (y peligrosa) moda del “balconing” (es decir, lanzarse desde el balcón a la piscina). Aunque en alguna ocasión se pueden ver grupos de jóvenes, es el sexo femenino es el que preferentemente elige nuestra ciudad para celebrar el inminente casamiento de la amiga, prima, hermana o hija.
Espero que nuestra ciudad no se convierta en destino preferente de esos festejos, pues supone pan para hoy y hambre para mañana. Sobre todo porque, aunque traigan ciertos ingresos a la economía local, éstos se limitan a los hoteles donde pernoctan y los supermercados donde adquieren la comida, la cena y las copas. (qué rápido aprenden eso del botellón…) Marbella no necesita de un turismo de bajo coste, ni que sea un destino preferente de fiestas despedidas de soltera (o soltero). Sobre todo porque, al igual que aquellas amistades de mi fuente de información, muchos que hayan tenido que aguantar las molestias de las referidas huéspedes, no deben tener muchas ganas de repetir destino vacacional, por mucho que Marbella les haya ofrecido. Al final, el recuerdo que queda es el negativo (por desgracia).