Marbella es un lugar dado a la apertura de negocios de modo transitorio y eventual, para aprovechar la temporada estival. Cuántos locales se adecúan únicamente para el periodo comprendido entre el 1 de julio y finales de septiembre. Todos conocemos más de una (y de dos) aventuras veraniegas en lo empresarial, y que cuando la normalidad llega al final de verano, recogen sus bártulos y no se les ve más en una buena temporada.
Incluso, se les da mucha coba, por no decir bombo y platillo, a quienes un buen día arriban a esta tierra, buscan un emplazamiento, colocan a cierto personal (muchas veces, con poca profesionalidad pero mucha imagen), y hacen el agosto, nunca mejor dicho.
En cambio, pocas veces se reconocen los méritos del empresariado local, que se juega los cuartos para seguir dotando a esta ciudad de lugares para el disfrute, sea en el ámbito que sea, especialmente en el culinario.
En este verano de 2014, además del exitoso Starlite (hay más vida aparte del grandioso festival de la Cantera de Nagüeles), otras iniciativas empresariales dentro del ámbito del ocio y la gastronomía, han surgido en Marbella. Quiero dedicar esta Trastienda de hoy a un establecimiento que, personalmente, me ha cautivado, y que puedo a todas luces recomendar a todos, por las razones que a continuación diré. Bienvenidos a Bambuí.
Situado en un emplazamiento desconocido hasta ahora, dentro del club de golf más céntrico de Marbella (sí…porque hay campos de golf a escasos dos minutos del centro de Marbella, aunque no lo crean), Monteparaiso, en el camino de Camoján, y puedo decir que es un placer para los sentidos. El oído, porque sólo escuchas los sonidos de la noche, el agua de alguna de las fuentes allí instaladas y la tenue música, a un nivel óptimo; la vista, porque tienes a tus pies un campo de golf y al fondo, la Universidad Internacional de Marbella que abrirá sus puertas el mes que viene; el olfato, porque las plantas que decoran la terraza te embriagan con su esencia; el tacto, porque el comedor al aire libre (y el interior en invierno) está montado con buena mantelería que hace más agradable disfrutar de los manjares; el gusto, obviamente, porque la carta, si bien no muy extensa, si está llena de platos que te hacen saborear cada uno de ellos, en una proporción satisfactoria, como debe ser… y es que nunca me han gustado los nombres rimbombantes en las cartas y luego tiene uno que buscar la comida detrás de una hoja de lechuga.
Al margen de los sentidos, mi mayor satisfacción es el trato, cortés y amable, del personal. Hoy en día parece uno echar en falta, en la gastronomía en general, los buenos modales, las dotes de escuela de hostelería, el conocimiento de la carta, o simplemente la amabilidad y la sonrisa cuando uno acude a un restaurante a cenar.
Uno de sus artífices, Gerva Bravo, ha querido distinguir con este nuevo negocio, sus anteriores (y exitosas) aventuras empresariales. De aquel “shaveilla” que, junto a su pandilla de amigos, inauguró a comienzos de los 90 un bar en el Puerto Deportivo, el Zimbabwe, referente durante lustros en la noche marbellí, la posterior apertura del segundo bar en una zona como Plaza de los Olivos, la vuelta al puerto cuando este atisbaba una leve recuperación, con Lemmon, o por qué no hablar del primer pub irlandés de ambiente vespertino y nocturno, que durante años acogió a marbellíes, marbelleros y visitantes, Morrison’s, pasando por la instauración de la cocina de Pintxos en toda la Costa del Sol, ahora ya hecho todo un casi “cuarenteño”, su última apuesta es Bambuí, este lugar que se ha convertido en lugar de moda en este verano 2014, pero que pretende ser un punto de encuentro todo el año. Sin duda, Gerva y sus socios (todos en general), siempre han tenido mucho éxito con cada negocio emprendido. Seguro que este no es menos…
Al menos, con el protagonista de esta columna de hoy, han acertado. Porque juegan con los sentidos, y por ahí empiezan muchos éxitos empresariales.