Falta algo...

Sin duda alguna, y pese a que el libro de los gustos es anónimo y a salvo de otras opiniones de vecinos y miembros de cierta asociación/plataforma en contra de la tala de árboles, creo que la calle Notario Luis Oliver (antigua Finlandia) ha quedado de lujo. A veces me sorprendo con opiniones del tipo “antes era una calle preciosa” (nunca lo ha sido) o “ha quedado horrenda sin árboles” (haberlos, haylos), y no comparto del todo ciertas manifestaciones de la ciudadanía respecto al resultado de la calle, pero no les escucho otras críticas constructivas. 

Una vez -por fin- finalizadas las obras de remodelación de la céntrica vía, estoy plenamente convencido que está llamada a ser, espero en un futuro no muy lejano, una de las más importantes calles a nivel gastronómico de Marbella, tanto como lo está siendo su cercana Miguel Cano (en su zona sur sobre todo, tendiendo a pasar lo mismo en la norte). Pero lo cierto es que la existencia de más de una decena de locales comerciales disponibles y vacíos, hace que en breve seguramente veamos la apertura de bares, gastrobares, restaurantes, cafeterías, taperías, bocaterías y todo lo relacionado con la restauración. Las amplias aceras existentes tras las obras de remozado permiten ese tipo de negocios, aunque espero que controlen con celo la instalación de terrazas en su justa medida, para no convertir la calle en un comedor al aire libre.



La “inexistencia” de arboles, bajo mi punto de vista (literalmente hablando), no es tal puesto que se han talado, sí talado nadie lo niega, la arboleda que llevaba sus raíces hasta viviendas aledañas (me han llegado a contar raíces que salían por los inodoros de algunas casas), pero se han sustituido por otras especies arbóreas que, con el tiempo, crecerán y darán sobra a la calle.

Ahora bien, paseando días atrás por la calle en cuestión, me he percatado de algo que, si no me equivoco, creo que se les ha pasado a la empresa constructora, a los técnicos y a los responsables políticos. Cuando se remodela una calle, además de la parte “fea”, esto es la que no se ve (red de pluviales, fecales, suministros, fibra óptica…), tenemos la parte “bonita”, es decir, lo que todo el mundo observa (bancos, jardineras, farolas, aceras, hasta bolardos...). Pero, igualmente y en los últimos tiempos, cuando se mejora una calle se lleva a cabo el escondrijo y el soterramiento de los espantosos, malolientes, fétidos, horripilantes pero necesarios contenedores de basura, mediante las denominadas islas ecológicas, para mí, uno de los grandes inventos en materia de urbanidad ciudadana.

Y si uno se sitúa en la parte norte de la calle Notario Luis Oliver, junto al extraño y, en opinión personal, horroroso puesto que parece un oxidado edificio donde se sitúa la delegación de Urbanismo, y observa la estampa que a través de una imagen incluida en esta columna se acredita, ciertamente las palabras parecen sobrar…



¿Cómo es posible que se coloquen ahí, en medio un lugar tan transitado como ese, una sucesión de contenedores de plástico, en diferentes colores? ¿En serio se les ha olvidado situar, habiendo sitio de sobra como hay, lugar para las islas ecológicas? ¿O es que ahora, que la calle está terminada, nos vamos a poner a levantar solería, cortar la calle, enfangar todo nuevo, para situar los contenedores bajo tierra? ¿Nadie, absolutamente nadie, se ha dado cuenta de esta situación? ¿O es que van a decir que ese lugar irá destinado cuando se remoce Alonso de Bazán? ¿Y hasta entonces, qué? Y por esa esquina pasan numerosos técnicos, coordinadores, directores, munícipes… como para haber caído en la cuestión. Digo yo…