Falta de civismo

02/12/2013
Por mucho que las autoridades se empeñen en el cumplimiento de su labor como garantes de lo público, sin una mínima presencia de civismo por parte de los ciudadanos y vecinos, poco será posible para mantener las calles en decentes condiciones de higiene, limpieza y cierto orden. 

Durante el pasado fin de semana, los vecinos de una calle sita en Huerta Belón hemos padecido la absoluta falta de respeto de algún propietario que ha decidido -legítimamente- llevar a cabo una poda en su jardín, pero no ha tenido otra idea que -ilícitamente, en este caso- depositar todo tipo de ramas y maleza en plena acera, junto a los contenedores de basura.
 
En la tarde del pasado viernes, los irresponsables que han llevado esta incívica acción, llenaron varios puntos de la acera que discurre en el lado derecho (según sentido de la circulación) de la Avenida de las Palmeras con decenas de restos de una completa labor de pode y desbroce en su propiedad. ¿Para qué pensar en el resto de ciudadanos? ¿Qué importa si los peatones no pueden circular por la acera y deben circular por la calzada? ¿Qué más da si durante días, la porquería se queda en la puerta de las casas de otros vecinos? ¿Tanto les cuesta contratar, como todos hemos hecho en alguna ocasión, un contenedor-cuba, para depositar ese tipo de materiales? ¿O es que no saben que los contenedores de basura por para ese fin, es decir, para los residuos urbanos, y no para llenarlos de maleza?
 
Cuando se dan casos como ese, siempre recuerdo una frase del amigo Antonio Espada, anterior concejal responsable de la limpieza (labor que ahora ocupa Eloy Ortega), y que decía “los ciudadanos no deberían hacer en la calle lo que no hacen en el salón de su casa, porque la calle es el salón de todos…”. No le faltaba razón al otrora responsable municipal de limpieza, algo que ratifica el actual delegado del ramo (puesto en comunicación con el mismo, poniéndole al tanto del incívico acto, objeto del presente artículo de hoy).

 
Sigo sin entender diversas acciones que observo al cabo del día, sobre todo por parte de egoístas (e incívicos) fumadores, cuando al entrar en un comercio y oficina, dan una gran calada a sus cigarros y lanzan la colilla al suelo. ¿Por qué no hacen eso en el salón  de su casa o en su propia habitación? ¿Saben cómo se encontrarían el lugar del hogar donde más rato pasan? Como una pocilga ¿no? ¿Por qué entonces tiran de esa forma las colillas, encendidas para mayor abundamiento, en aceras, jardineras o fachadas de edificios?
 
Pero volviendo al asunto de marras en esta Trastienda de hoy, me pregunto constantemente qué puede llevar a los autores del hecho de llenar la acera con ramas procedentes de una poda en su propiedad, qué razón lógica (si la hubiera) provoca que dejen tirada en la calle lo que a ellos les sobra. Lo peor de todo es que tengo mis serias sospechas sobre, no ya el autor propiamente sino más bien, en este caso, el inductor (es decir, quien ha ordenado al autor el hecho hace eso). No hay que ser Sherlock Holmes para unir los cabos existentes, a saber: seguimiento del rastro que dejan las hojas de las ramas depositadas; propiedad en la cual se han llevado recientes labores de desbroce y corte de ramas; etc. Pero es una labor que debe corresponder a la Patrulla Verde.
 
Más grave aún me parece que, teniendo (como tienen) serias posibilidades económicas para contratar una empresa de contenedores-cuba, y siendo personas (según mis sospechas) conocidas en el día a día de la ciudad, lleven a cabo estas conductas tan poco cívicas. Porque de nada sirve ser muy respetado en lo profesional cuando acciones como esas, les hacen caer en lo grosero y chabacano (por no hablar de lo incívico…). 
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