Las dos últimas semanas, salvo excepciones en las que se comienza demasiado pronto, es el periodo en el que las empresas, instituciones, administraciones, grupos de amigos, ex empleados de banca u hostelería (entre otros), aprovechan para reunirse, comer/cenar y pasar unas agradables veladas brindando por las inminentes Fiestas Navideñas y la prosperidad del nuevo año.
Hace años, en los viernes inmediatamente anteriores a las Pascuas (es casi siempre el día elegido para el asunto en cuestión), restaurantes, asadores y hasta los hoteles con más estrellas en el firmamento local, lucían sus mejores galas para acoger a empresas que no escatimaban en cantidad alguna para que jefes y empleados convivieran durante unas horas y olvidasen las habituales rencillas y cotidianas presiones para encomendarse al comer, beber y hasta bailar la conga de Jalisco (que va y viene caminando).
Otrora presupuestos y facturas en donde los ceros se acumulaban para ofrecer lo mejor, parecen haber pasado a otra vida. La situación precaria, cuando no inexistente, de numerosas empresas, ha hecho que se vean infinidad de menos cenas navideñas de empresas, o que sean los propios compañeros de trabajo los que prefieren celebrar la inminente Navidad por su cuenta y a costa de sus depauperados bolsillos.
Años atrás, en el centro de la ciudad, durante la tarde del viernes inmediatamente anterior al comienzo de las celebraciones, no había forma humana de poder acceder a algunos de los bares de copas que jalonaban (ahora, cada vez menos) esta zona de Marbella. Bares atestados de gente que habían almorzado y continuaban con la “sobremesa” se unían a quienes habían elegido cena y pasaban a los “postres” con el aderezo de la música y las copas. Este pasado viernes 14 de diciembre era el día señalado para las referidas convivencias y, ciertamente, poco ambiente pude comprobar por las calles, salvo en los contados recintos de ocio que existen en el casco urbano de la ciudad y que, todo sea dicho de paso, cada vez son menos y más distantes entre sí, aunque de esa cuestión hablaré otro día…
La falta de liquidez en los bolsillos y carteras, acuciado ello con la reducción en las nóminas de los funcionarios y personal de la Administración por no hablar de la eliminación de la (necesaria más que nunca) paga extra navideña, ha provocado que, en lo que he podido observar in situ, las cenas navideñas de empresa se hayan reducido ostensiblemente, con lo que ello supone para la economía local, que veían en estas fechas motivos de satisfacción para poder afrontar el temido invierno y hasta que la primaveral Semana Santa anime el asunto y traiga algo de alegría a las cajas registradoras.
Y ya no quiero hablar de aquellos recordados regalos de empresa que por estos tiempos también alegraban el movimiento de capitales. Porque como decía una de las canciones de El Canto del Loco, “
ya nada volverá a ser como antes…”.