Igualdad de oportunidades

Por ello, todas las semanas, diversos miembros de la plantilla blanquilla se dirigen a diferentes centros educativos de la ciudad y promocionan la asistencia a los partidos del Marbella en su feudo de Travesía Huerto de los Cristales. Hasta aquí, todo correcto y elogiable sin lugar a dudas. Mi más sincera felicitación al “paridor” de la idea y al posterior desarrollo de la misma,

 

Pero cuando uno tiene conocimiento (de primera mano) que en diversos centros escolares del municipio se han puesto trabas, obstáculos y todo tipo de impedimentos a la promoción de otros deportes y, con ello, a otras entidades del municipio, dedicadas única y exclusivamente a la formación de niños y niñas (desde la temprana edad de tres años); cuando los responsables de esos centros han impedido, literalmente, el simple reparto de información (no confundir con publicidad) sobre las actividades  de esa entidad deportiva legalmente constituida y con ya cierto arraigo en la ciudad, todo ello me lleva a pensar en que existe una clara e inequívoca desigualdad de trato para según qué entidades y según qué deportes.

 

Con esto no quiero, en ningún momento, desacreditar la labor de la entidad futbolera (he comenzado este artículo aplaudiendo su acción), sino criticar que existe un desigual y discriminatorio trato según el deporte y la entidad que lo fomenta. Desde las instituciones públicas (y aquí debe entrar la Delegación de Deportes del Ayuntamiento) deben establecerse las pautas para la promoción del deporte, por las entidades, entre los escolares. Es decir, o todos o ninguno.

 

Entiendo que tampoco es plan de llenar las aulas todos los días con presencias constantes de equipos de fútbol, baloncesto, vóley, tenis o petanca. A las clases se va a estudiar  y aprender, aunque la práctica deportiva es imprescindible a esas edades, no pueden darse todo tipo de facilidades a unos y todo tipo de dificultades a otros. Y en aquel caso (conocido) se hablaba se repartir unos simples folletos promocionales de actividades extraescolares, dando a conocer las posibilidades de hacer deporte por las tardes, no de fomentar la asistencia a partidos (aunque, insisto, es elogiable y plausible, hay que promocionar el amor a los colores de los clubes de la ciudad).

 

Pero también debe tenerse claro por los directores de los centros escolares que, si se impide o se permite a una entidad deportiva darse a conocer entre el alumnado, debe tratarse con el mismo rasero a todos. Y no tratar, como algunos han podido hacer, a personas que dedican muchas horas del día, de forma casi altruista, con una patada en el trasero…