Iluminación navideña

Por eso, me parecen ridículas e innecesarias las reivindicaciones, por un lado, que en los últimos meses (previos a la Navidad) han reclamado los partidos de la oposición, afirmando entre otras cosas, que el presupuesto destinado al alumbrado se aplicara a labores sociales. Pero, por otro lado, ha surgido una más absurda polémica sobre el tiempo en que debe estar conectado el alumbrado navideño. Las ayudas sociales (que deben tramitarse en la medida posible) no tienen por qué otorgarse a costa de perjudicar a comerciantes y empresarios. 

 

No seré yo quien defienda la labor municipal, ni la del concejal responsable (electo o no electo) del ramo, con competencia para la instalación de la iluminación navideña. Pero si romperé lanzas a favor de tanto de la mejora de la luminaria típica en estas fechas, como de su mantenimiento durante las horas de apertura comercial y hasta bien entrada la madrugada en varias horas. Son fechas en las que se frecuentan más las calles, se hace mayor vida social y son días de tradicionales compras (pese a la situación más que grave..). Por eso, las calles con adornos en forma de luces, figuras decorativas (pese a que sigo sin saber qué pintan unos pingüinos en Belén…) son un aliciente más y personalmente siempre me ha gustado ver así las calles, no sólo de Marbella sino de cualquier pueblo por pequeño que sea (que con esfuerzo consiguen instalar alguna que otra estrella o guirnalda), o cualquier gran ciudad, en donde el derroche de luz a veces puede llegar a ser excesivo. Pero es la única época del año en que todo parece diferente, al menos en cuanto a la cuestión decorativa y lumínica.

 

Creo fuera de lugar la reciente polémica acerca de la hora del apagado de la iluminación navideña en Marbella. Es más, me parece sencillamente espectacular la de este año, aunque creo igualmente que podrían llevarse a cabo algunas actuaciones para motivar a la ciudadanía a que acudan al centro… centro, no al centro comercial conocido por todos y que, ciertamente, se convierte en un ogro en estas fechas (aunque en alguna que otra ocasión haya que acudir al mismo por perentoria necesidad). Me han gustado los árboles navideños gigantes instalados en lugares como calle Enrique del Castillo o calle Arte (dándole color al barrio de Divina Pastora), y menos que se rectificó a tiempo (pese a la no presentación de las pertinentes disculpas) el desastroso e inicial encarcelamiento del Marqués del Duero, creador e impulsor de San Pedro Alcántara.

 

Las razones que se han dado desde el consistorio no es que sean especialmente brillantes, pero no es alguno necesite “romperse la cabeza” para defender la necesariedad de la referida iluminación, sin tener que hablar del cosmopolitismo de Marbella o la reproducción de las luces a través de redes sociales, con la publicidad que ello conlleva. Simplemente horas razonables son las que son, y no hay que darle más vueltas a este asunto tan absurdo.

 

Ahora bien, insisto en que, por ejemplo, la iluminación de rotondas con auténticos misterios (buey y mula incluida), o con los camellos de SSMM de Oriente (o de Huelva…), son auténticos aciertos. Pero sigo sin encontrarle una razón dentro de la fiesta de la Natividad, a los pingüinos que se jalonan en ciertos lugares del casco urbano. Sinceramente, por más que me los encuentro, los miro y observo, no les veo vinculación alguna con todo aquello que se celebra, esto es, el nacimiento de un niño llamado Jesús en Belén, algo que recordamos por estas fechas cada año.