Hace días, en la última Trastienda, analizaba la suciedad encastrada en el conocido como Pirulí. Hoy me he percatado de otro céntrico lugar en donde, más que la limpieza o el ornato, la sensación de dejadez es lo que realmente destaca. Una amplia zona que debería ser ajardinada lleva años convertida en un espacio necesitado de tratamiento, con flores, diversas especies de plantas, etc. Calle Valentuñana, en el tramo existente una vez rebasada la mini rotonda de Jacinto Benavente, hacia arriba, y justo a la entrada de un aparcamiento diurno y privado habilitado desde hace años a la izquierda de la calle.
Es una zona demasiado céntrica para que nadie se haya percatado hasta ahora, pero desde luego la imagen que proporciona no es la más óptima. No es plan de convertirlo en un Jardín de Rosas (como la canción de aquellos donostiarras llamados Duncan Dhu), aunque no vamos a renegar de ello, pero no vendría mal una cierta actuación del Área de Parques y Jardines del consistorio. Todo ello partiendo del hecho que esa zona sea pública, porque podría darse el caso que perteneciese a la Comunidad de Propietarios del edificio colindante. Lo desconozco. En tal caso, me callaría en cuanto a la reivindicación para que la administración (pública) actuase, pero continuaría dirigiendo mis proclamas a la administración (privada) del complejo o edificio, así como a los comuneros propietarios como responsables últimos de la adecuación de un lugar a la vista de todos. Aunque en caso de no ser responsabilidad municipal, si podría el consistorio reclamar y requerir formalmente a los titulares, que adecúen y arreglen ese lugar, concurrido y frecuentado por todos. Tal y como hace en otras zonas de la ciudad, en cuanto a la adecuación de inmuebles (Casco Antiguo, sin ir más lejos). Por cuestión de imagen, máxime aún.
Sigo insistiendo, como hice días atrás en el asunto del Pirulí, que no podemos permitirnos tener un punto tan céntrico en el estado de dejadez que presenta este “jardín”. Continúo solicitando actuaciones que no son tan difíciles ni tan gravosas desde el punto de vista económico, pero su omisión sí que repercuten de forma muy negativa en la imagen que se llevan quienes nos visitan estos días, de igual forma que los propios vecinos preferirán ver un vergel a un espacio sin apenas flores, ni color, un lugar donde sólo se aprecia tierra seca, piedras, matojos y árboles descuidados.
Por cierto, una vez más y en este asunto en concreto, no recuerdo a políticos de cualquier partido o bien a representantes vecinales (tan aficionados, algunos, a las cámaras y micrófonos), solicitar el arreglo de un lugar que no presenta las mejores condiciones. Un rincón a la vista de todos (de los que quieran mirar, claro está… y decirlo después), pero que seguramente no quieran abrir boca por si acaso.
Mientras, desde este rincón de opinión libre, seguiremos analizando las cuestiones cotidianas de este pueblo mío, con el único afán de promover (cuando no provocar) que los responsables de cualquier ámbito tomen las medidas para la mejora de Marbella. Es, creo, nuestra obligación, tanto como medio de comunicación así como vecino y ciudadano.