En estos días prenavideños, en los que muchos se afanan en preparar todo lo que conllevan estas fechas, de celebración, felicitación, de reencuentro, de diversos actos sociales, una -no muy grande- parte de la ciudadanía de Marbella ha estado inmiscuida en unas elecciones que se celebran este lunes día 22.
El día de la Lotería de Navidad, donde parece que sólo existe el soniquete de los niños del Colegio San Ildefonso, los premios gordos junto a otros de menor cuantía pero nada despreciables, y las posteriores imágenes jubilosas con aquellos a los que la Diosa Fortuna ha acogido, varios centenares de marbelleros, pertenecientes a la Hermandad del Nazareno, están llamados a las urnas.
Sin duda, y a los que estén algo alejados del movimiento cofrade en la ciudad, le parecerá extraña -cuanto menos- la situación, y sólo el conocimiento de los hechos hace que estén justificados unos comicios en el día de hoy.
Al margen de las razones por las cuales las urnas se colocarán hoy en la Plaza del Santo Sepulcro (que las hay, y muchas, refiriéndome a la cantidad de razones, no de urnas), lo cierto es que estamos ante un hecho totalmente histórico en la conocida Hermandad del Nazareno, en tanto que hacía bastantes (demasiadas) décadas en las que no existían dos candidaturas que optaran a conseguir tomar las riendas de esta cofradía. Esa cuestión es la que debe tenerse especialmente en cuenta, y es un hecho únicamente positivo y absolutamente enriquecedor para aquellos que viven la fe, la tradición o simplemente la devoción por unos sagrados titulares como son Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima del Mayor Dolor y el Cristo Yacente. Una Hermandad está viva cuando sus hermanos se mueven por un fin, no cuando se dejan llevar por lo que unos pocos hacen (y deshacen).
Es más, una Hermandad está viva cuando remueve a sus hermanos a tomar partido por ella, a querer aportar los pequeños granitos de arena que cada uno pueda, a dedicarle horas de la vida privada al fin primordial de una entidad como esta. Recordemos, es una asociación de fieles, con devoción a unas imágenes, no es un partido político ni una asociación vecinal o empresarial. Nadie debe poner en duda la legitimidad y capacidad de una serie de Hermanos (no olvidar el término…), que quieren lo mejor para su Hermandad. Nadie debe tener derecho a criticar a un grupo, insisto, de hermanos, que sólo quieren cambiar las cosas, que pretenden implantar otra forma de gestionar los recursos, que tengan proyectos que generen ilusión en los cofrades, y en el resto de la ciudadanía.
En la vida, hay que dar la alternativa a otras personas, no podemos estar año tras año viendo las mismas caras, los mismos nombres y las mismas formas de hacer las cosas. El propio cura párroco D. José López es quien lo ha dicho públicamente, en los cabildos. “Las hermandades deben rejuvenecerse y dar paso a paulatino a quienes las dirigirán en el futuro”. Si hemos asistido últimamente a un cambio de Rey en este país porque el anterior abdicó, si hemos conocido -yo al menos- tres Papas y uno de ellos dimitió… Por qué no podemos ver nuevos rostros en las hermandades. Por qué no van a tener la oportunidad, otros, de aportar su experiencia, formación y devoción, a una Hermandad como la del Nazareno.
Algunos (y sé que les faltará tiempo…), dirán que comento todas estas cosas porque formo parte de una de las candidaturas. Cierto, nadie lo niega. Pero tan cierto como que, en esta columna de opinión (y en otros medios), ya he dejado durante muchos años testimonio escrito de mis opiniones en muchas cuestiones cofrades, y no lo he hecho ahora, sino desde hace bastante tiempo. Y a anteriores juntas de gobierno y a anteriores hermanos mayores les he hecho saber, públicamente en los cabildos, y formalmente por escrito, mis discrepancias con ciertas cosas. Siempre he dicho (y diré) las cosas, no me las callo ni miro para abajo cuando es el momento de decirlas.
Llevo 28 de 39 años que tengo, como hermano de fila, con un cirio en la mano, el rostro oculto, acompañando a la imagen de Jesús Nazareno. Llevo conmigo la túnica morada desde mi niñez, desde que mi abuela (una de las refundadoras de esta Hermandad), me la tejió con suficiente dobladillo para que me siga sirviendo. Y llevó mucho tiempo sin dar un paso como el que este que he dado, acompañado de un maravilloso y espléndido grupo de hermanos, pero mejores personas. Creo, por tanto, estoy mínimamente legitimado para poder decir cosas como las que digo. Y las digo claritas… y a la cara. Eso duele y molesta, lo sé… Pero vivimos en el año 2014, con una libertad de expresión reconocida constitucionalmente, y si alguno no quiere escuchar/leer algunas cosas, sólo le queda la resignación.
Pero, al margen de ello, lo cierto es que, desde un punto de vista objetivo, nada debe impedir, a excepción de la soberana decisión de los electores (Hermanos, recuerdo), que cualquiera que sienta su hermandad, pueda optar a dirigirla. Que nuestros Sagrados Titulares iluminen a hermanos/as para que, libre y secretamente, sin presión alguna, puedan ejercer su derecho a elegir quién, y sobre todo, cómo, gestionar la Hermandad.
Es la hora del cambio, nazarenos/as. Dicho queda…