Es una clara realidad que gran parte de los políticos de este país, y más concretamente los de este pueblo (porque siempre nos centramos en lo local), usan las herramientas que nos concede la tecnología para informar, informarse, comunicar y comunicarse. Si hace años irrumpió la posibilidad de acceder a Internet y al correo electrónico desde dispositivos móviles, y ello fue una auténtica revolución, en los últimos tiempos el uso de las redes sociales convierte esa modernidad en un arma arrojadiza en ciertos momentos. Y dentro de las redes sociales, Twiter va ganando terreno poco a poco a Facebook, aunque deben conocerse ambos inventos para saber que difieren -y bastante- uno de otro.
En el ámbito de la lucha política (insisto, local) no creo que el uso que hagan unos y otros de la escritura en los famosos 140 caracteres de la red social simbolizada con un pajarito, deba convertirse en motivo para seguir arrojándose los trastos desde un lado y desde otro. En ciertos momentos, parece que algunos están más pendientes de lo que puedan opinar sus oponentes políticos y llevar un día más la polémica a la arena.
La última polémica ha llegado con lo escrito en Twiter por la concejala de Educación y Cultura, Carmen Díaz. No pienso entrar en valorar si son acertadas, desacertadas, atinadas, equivocadas o malinterpretadas sus palabras. Pero si creo que crear polémica, un día más, con lo que uno y otro dejen plasmado en Internet, no puede convertirse en un motivo para seguir calentando el personal que ya bastante tiene con los cientos de problemas a solucionar. ¿No hay más cosas que arreglar antes de ponerse a pelear con lo que uno y otro han dicho? Al mismo tiempo pienso que los políticos deben tener mucha más diligencia que cualquier ciudadano con lo que teclean. Alguien muy cercano me lo dice en ciertas ocasiones, las redes sociales son un gran adelanto y son un vehículo para la libertad de expresión, pero cuando los usa alguien que representa a una institución, debe poner un plus de cuidado con lo que escribe.
No me refiero únicamente a cargos públicos, sino también a representantes de entidades de diverso tipo, asociaciones o clubes deportivos por poner un ejemplo. Lo que digas, aunque sea a título personal, indirectamente afecta a lo que representas, máxime cuando en el órgano representado pueden existir (de hecho existen) diversas opiniones, unas serán consonantes pero otras serán justo lo contrario, es decir, disonantes. Por eso, aunque la expresión libre es un derecho, hay que tener demasiado cuidado con lo que se escriba pues puede afectar a aquello que representas.
A nivel nacional, todos hemos visto como el actor ahora diputado, Toni Cantó, ha tenido que recular tras haber publicado un polémico “tuit”, y menudo revuelo se ha formado con las palabras del upeideista.
Cuidado con lo se escribe en Twiter que el pío pío tiene mucho peligro…
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