No han vuelto a aparecer

04/02/2013
Hace semanas, con motivo del lamentable y triste suceso en el que un policía local fue atacado, parece ser, por un vendedor ambulante (ver La Trastienda de 14/01/13, “Palizas, piratería y otras cosas”), se produjo una inmediata a la vez que sorprendente modificación de la imagen que presenta el Paseo Marítimo desde hace tiempo. 

He vuelto a comprobar en varias ocasiones si el instantáneo cambio de imagen sucumbía a los pocos días o bien se mantenían las medidas, en este caso, policiales, en contra de la vergonzante situación en relación a las decenas y decenas de vendedores ambulantes copando el Paseo. Y no existe apenas rastro de los mismos. Viernes pasado, media tarde, con las últimas luces del día en su ocaso, hasta cuatro parejas “de municipales” (que es como siempre se les ha llamado a los policías locales), y un aspecto magnífico de la Avenida Duque de Ahumada, que es el nombre oficial del Paseo Marítimo, desde el Marbell Center al Edificio Skol o Glorieta de la Fontanilla.
 
El majestuoso aspecto que pude comprobar se debía, además de la multitud de personas paseando, haciendo deporte, disfrutando de sus establecimientos de hostelería, a la total ausencia de vendedores ambulantes. Un comercio ilegal que hace daño a los negocios legales, y todo ello -como ya dije en el referido anterior artículo- sin ningún ánimo de animadversión por su raza sino únicamente por la actividad delictiva que supone la venta de objetos falsificados, aunque sean el último eslabón de la cadena. Eso me hizo pensar y, a punto estuve de preguntar, acerca de si las medidas se mantendrán siempre, máxime cuando la temporada alta comience en la cada vez más cercana Semana Santa. Es decir, ¿volveremos a percibir la bochornosa imagen que ofrece la zona más visitada en las noches de primavera y verano, con miles de bolsos en el suelo, con vendedores ocultándose en la playa al paso de la patrulla policial? No se ve ni rastro de ellos ¿dónde estarán?
 
Mi vecino de patio de columna y viejo amigo, Roberto Gil, comentaba en su último artículo que deben tomarse medidas para paliar las graves deficiencias que tiene Marbella, considerada perla del turismo nacional y mundial, insuficientes en materia de playas entre otras cosas (ya sabemos que no es competencia municipal…). Al mismo tiempo, con motivo de la reciente Feria Internacional del Turismo, conocida más como FITUR, un maestro del periodismo malagueño, Pedro Luis Gómez, hablaba de las pasadas épocas en las que el “fiturear” se convertía en deporte nacional entre finales de Enero y comienzos de Febrero, pero que en estas épocas de vacas flacas sólo se ven en el recinto ferial madrileño a los que verdaderamente deben estar, esto es, los profesionales del turismo y no los profesionales del gañote y del “gratis total” (pero a costa de los fondos públicos).

Por eso, como apunte a lo dicho por mis admirados “Rober” y “Pedrito”, uniría que el cuidado de la imagen en cada rincón de la ciudad es la mejor promoción que se puede hacer, por encima de viajes a la capital del reino, hace años pegarse unos días de vida padre y ahora a trabajar realmente, con la agenda de contactos previamente realizada. 

Y, además de arreglar las paupérrimas playas del centro de Marbella, es indispensable mantener la imagen conseguida en los últimos tiempos. Y eso, creo, pasa porque los mandos sigan con la política de no permisividad, en contra de lo que todos hemos percibido durante mucho tiempo (el mirar para otro lado…).
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