Pabellones deportivos

Sin duda alguna, el pabellón cubrirá una parte de enorme demanda que existe en la ciudad en relación a instalaciones deportivas cubiertas, pero seguirá existiendo un más que amplio déficit de recintos cerrados en donde puedan ejercitarse, no sólo los miles de jóvenes pertenecientes a clubes, sino los propios particulares.

 

A tal respecto, tengo una más que cercana percepción y, creo, un amplio conocimiento de la situación de los clubes en la ciudad, de la práctica deportiva, de la necesaria ampliación del número de instalaciones en la ciudad, conozco también los parámetros exigidos para la distribución de los horarios de uso, en función del número de practicantes del que disponga cada entidad, por lo que, desde luego, una vez esté terminado este pabellón, -aunque pequeño- si paliará algo la necesidad de instalaciones. Ahora bien, los rectores públicos de la actividad deportiva, sobre todo, los responsables de esas instalaciones públicas, deberían hacer un verdadero esfuerzo para que se compagine el uso de esas instalaciones no sólo por entidades que aglutinan a muchos deportistas, sino por simples ciudadanos que tienen igual derecho a dicho uso de forma individualizada, máxime cuando por dicho uso abonan las tarifas establecidas.

 

Es decir, que las instalaciones deportivas no sean coto cerrado para entidades. Y todo pese a que, por suerte, en Marbella contamos con una (casi) infinidad de instituciones dedicadas a la práctica de decenas de modalidades deportivas, que requieren de una gran parte de los horarios disponibles para sus entrenamientos, partidos, etc. Porque los impuestos con los que se construyen polideportivos provienen tanto de los vecinos miembros de dichas entidades como los particulares, y a veces el uso se suele convertir en cierto abuso, porque a los entrenamientos y partidos oficiales, se unen torneos amistosos, encuentros de hermanamiento, escuelas varias, clinics y eventos de todo tipo. Con lo cual, la disponibilidad para un simple ciudadano se limita a muy pocas horas. Algún que otro lector (o rector) criticará que no se establezca una clara preponderancia de las entidades sobre los ciudadanos de a pie, en cuanto al uso de las instalaciones. Una preferencia que existe ya, lo que reivindico es que el vecino anónimo (o un simple  grupo de amigos) puedan tener también derecho a usar (abonando la tarifa, insisto) una instalación que es de todos, porque ha sido construida con los fondos de todos.

 

Hace relativamente poco tiempo, la entidad dedicada a la venta de electrodomésticos, Urende, debido a sus problemas financieros, cerró el amplio establecimiento que disponía en Marbella (así como los que tenía en la capital Málaga). Desconozco la titularidad del inmueble donde se situaba, junto al arco de entrada de la ciudad, pero se trata de una gran nave con aparcamiento subterráneo y con fácil acceso desde la autovía (en ambas direcciones). Animo desde esta humilde columna de opinión, a que los responsables de la práctica deportiva en el Ayuntamiento de Marbella, mi buen amigo Fede Valles (ya sea delegado o director general) inicien las pertinentes acciones para poder conocer si ese amplio espacio podría ser transformado en una gran instalación deportiva que pudiera seguir cubriendo la amplia demanda, toda vez que el cercano pabellón de Bello Horizonte avanza en su construcción. En ese sentido, los técnicos, no ya sólo de la concejalía de deportes sino de otras como urbanismo (para poder compaginar/modificar el uso que tenga asignado el inmueble y sobre todo la parcela) tendrían un trabajo con un gran fin, si todo fructifica. Mientras, ahí va la idea.

 

Sería una buena iniciativa, salvando las cuestiones jurídico-técnicas, para que Marbella pudiera aumentar su oferta de instalaciones deportivas cubiertas, vergonzosa en muchos aspectos respecto a otras localidades cercanas o en otros puntos del litoral andaluz, en donde mantienen modélicos pabellones y en Marbella (con lo aporta a la economía regional) no tenemos más que una nave construida hace décadas y el Palacio de San Pedro Alcántara.