Contamos en esta, nuestra Marbella, con algunos rincones especialmente preciosos y, en cierto modo, curiosos. Pasajes que unen dos calles y que en su interior se sitúan diversos establecimientos comerciales; pasajes con historia puesto que en alguno de los inmuebles allí situados, nacieron marbelleros que forman parte de nuestro pasado; pasajes cuyos propietarios han cuidado con esmero y cariño; pasajes en donde, por cercanía, también están especialmente unidos a vecinos que -casual y desgraciadamente- hace poco que nos dejaron.
Si bien es cierto que existen otros pasajes que unen dos calles, bajo algunos edificios en la zona de Las Albarizas (uniendo General López Domínguez con José Mª Torres Murciano), así como en la zona baja, también de Las Albarizas (conocida popularmente como “Puya”, debido a la anterior existencia de aquel almacén de artículos de baño y saneamiento), los más destacados pasajes se encuentran en la zona más histórica de la ciudad, en el Casco Antiguo, en donde destaca la presencia de dos de ellos por encima de todos.
Por un lado, uniendo las calles Nueva y Valdés (dos vías con mucho recuerdo a nivel personal-familiar), se encuentra el hasta ahora denominado Pasaje Los Geranios. Y digo hasta ahora porque recientemente, y con mucho criterio, se ha aprobado el cambio de denominación, pasando a llamarse “Pasaje Paco Lorenzo”, un lugar cercano a más no poder, con el lugar donde ha vivido y mantuvo su tienda de Ultramarinos durante años.
Mi tío (aunque consanguíneamente lejano, puesto que era primo hermano de mi abuela, pero cercano en el trato) Paco Lorenzo Cuevas merecía un homenaje de ese tipo, máxime cuando había dedicado gran parte de su vida al desarrollo de la juventud, basándose en el deporte, en la música y en la Semana Santa. No seré yo quien hable de la trayectoria de Paco puesto que voces mucho más autorizadas que la mía, ya lo han hecho y sin duda alguna, mucho mejor que yo. Pero si puedo hablar del recuerdo que siempre tengo de él, cuando me llamaba “¡¡sobrino!!” cada vez que me veía por la calle, o me lo cruzaba por cualquier lugar (en los últimos años, antes de perderle de vista) siempre cargado con sus “bolsitas”; o la coincidencia con su hijo Jesús Lorenzo Tapia un año en diversas asignaturas de la carrera en la Universidad de Málaga. Su labor cofrade está fuera de toda duda, y por eso me enfadé bastante, y así lo hice constar en un Cabildo de la Hermandad del Nazareno (ahí están las actas), cuando casi nadie hizo caso al merecido homenaje que le dieron en el Miércoles Santo de 2013, antes de la salida procesional y en una ruidosa (por el bullicio de gente) Iglesia de la Encarnación. Ahora, cada vez que pasemos por ese histórico lugar, nos acordaremos más de Paco Lorenzo, un lugar en el que igualmente nació otro personaje ilustre en el pasado de Marbella, D. Rogelio Vigil de Quiñones, héroe en Filipinas, y que también da nombre al histórico Parque situado al norte de la ciudad (donde por cierto, aprovecho para recordar que sigue sin repararse la ermita allí existente…).
Y por otro lado, uniendo las calles Huerta Chica y Pedraza, tenemos el Pasaje Andaluz, de carácter privado pues se sitúa en los bajos del edificio donde siempre ha residido la familia Urbano, pero también vinculado -en cierto modo- a la familia Lorenzo Cuevas. No puedo evitar recordar a mi también tío, Antonio Lorenzo Cuevas, hermano del anteriormente mencionado Paco. Siempre que paso por el lugar, cercano a mi querida Plaza de la Victoria (en donde me he criado), me acuerdo del recientemente homenajeado Antonio Lorenzo, sin duda homenajeado con todo merecimiento. También un hombre de bien, vinculado a la juventud, el deporte y la Hermandad del Nazareno; me acuerdo de aquella boutique “For Men”, regentada por él, y en cuyos escaparates, que se sucedían en toda la mitad del Pasaje Andaluz, siempre se exhibían buenos trajes, camisas, pantalones… en definitiva, ropa “para caballero” (como anunciaba su nombre) no sólo para las gentes de Marbella sino de cualquier enclave, que acudían al comercio de Antonio buscando ropa de calidad.
Ya es casualidad que los dos pasajes existentes en el Casco Antiguo de Marbella estén, de una u otra forma, vinculados a dos hermanos que, en vida, se volcaron en el desarrollo de la juventud dentro de ámbitos tan sanos y recomendables como el deporte, la música y el mundo cofrade. Lo merecen.