Poco más de dos meses he estado con La Trastienda cerrada, por razones ajenas a mi voluntad, pero es momento ya de volver a este espacio libre de opinión, en el que se comentan las cosas que pasan por Marbella. La verdad es que, recordando, no han pasado muchas cosas destacables en este tiempo.
No me ha quedado otro remedio, recientemente, que conocer durante un largo periodo de tiempo la situación del Hospital Comarcal Costa del Sol. Y he podido palpar, de primera mano, muchas de las quejas diarias de sus usuarios, sobre todo respecto a las instalaciones, en esas obras paradas hace tiempo, los precios y sobre todo, el acuciante déficit de aparcamientos. Al mismo tiempo he podido conocer el más que grandioso servicio público que presta el centro, igualmente que el magnífico personal con el que cuenta este hospital.
Y es que no sólo es excelente el trato desde el punto de vista médico, sino que la calidad humana, el trato más que agradable, la disponibilidad absoluta para atender tanto al paciente como a sus familiares, la simpatía con cada gesto, la amabilidad cada segundo... Todo eso hace que la estancia, en momentos duros como sin duda siempre lo son permanecer en ciertas unidades, sea más llevadera. Sin duda alguna, los pacientes están en "muy buenas manos".
Personalmente he podido apreciar que cada paso dado ha sido hacia adelante, lo cual hace que la recuperación del paciente haya tenido, además del componente puramente médico, ese factor intangible como es la amabilidad, la educación, la simpatía y la predisposición, difícilmente igualable.
En su momento, ya hice llegar de forma expresa mi agradecimiento por el trato dispensado, pero es necesario que los lectores de esta Trastienda conozcan a los excelentes profesionales que forman la Unidad de Cuidados Intensivos del H. Costa del Sol.
Especial agradecimiento a la Dra. Lola Briones; Dra. Isabel Fernández; Dr. Juan Prieto; Dr. Benito Zaya; Dr. García; Dr. Lobato y los jóvenes pero excelentes médicos, Dr. Julio Ortega y Dra. Sofía (a quienes deseo y auguro una gran trayectoria en la Medicina, ya no sólo por sus conocimientos sino por la educación y trato al paciente). No sólo los médicos son merecedores de elogios, igualmente el equipo de enfermeros y auxiliares han tenido un trato más allá de sobresaliente (o como se dice ahora, “¿sobresaliente? No, lo siguiente”), y desde luego, profesionales como todos ellos hacen que nos sintamos orgullosos de nuestra Sanidad.
Y en la planta de Neumología, es merecedor tambien de elogio la excelencia del Dr. José Fernández, así como el personal de enfermería, comenzando por Reme, Cristina y David, y siguiendo por el personal auxiliar, Ángeles, Natacha, Manuel, Alfredo, Paco, Susana y Celeste. Todos siempre prestos y dispuestos para ayudar al paciente, con un gesto de amabilidad. Eso hace que uno valore más aún si cabe el servicio que prestan, olvidando (pese a la dificultad) los continuos recortes que sufren, pero que ellos no recortan las ganas de atender a quienes en esos momentos, están hospitalizados. Ellos más que nadie merecen que no se aplique recorté alguno en sus derechos porque cumplen como nadie con sus obligaciones.
Conocer la realidad de la situación actual del Hospital Costa del Sol supone apreciar más cosas: como desesperados conductores, a poco más de las ocho de la mañana, buscan y rebuscan un hueco donde estacionar; como las tarifas del aparcamiento subterráneo se elevan a 2,10 euros la primera hora (y uno que acude a una urgencia o simplemente a una consulta externa, no consume menos de dos o tres horas); como las tarifas del servicio de televisión en las habitaciones se eleva a 3,50 € diarios (aunque con “ofertas” de tres días por 9 eurotes…); por no hablar de los precios de la cafetería, que si bien un café cuesta 1,15 €, a poco que degustes, para almorzar, un simple bocata y refresco, rozas los 5 €…
Es hora que se pongan en marcha, de una vez por todas, las máquinas, para finalizar las reformas del centro, pero igualmente debe atenderse a la situación de los familiares de los pacientes, que no pueden de ninguna forma, atender el pago de un aparcamiento subterráneo con precios de centro privado de alto standing, y no de un hospital público.
Reabro La Trastienda, con ganas de seguir contando las cosas que pasan por esta tierra.