Remedio y enfermedad

Siempre se ha dicho que, muchas veces es peor el remedio que la enfermedad. En ese recorrido por diversos puntos de la ciudad, uno va observando situaciones, lugares, rincones… En pleno Paseo Marítimo, la calle situada entre el complejo Plaza del Mar y el apartahotel Hapimag, estuvo durante años cerrada al tráfico debido a la existencia de una cadena en su acceso, derivado (según decían) de la falta de acuerdo consistorial con los promotores de dicho centro de ocio. 

Hace un par de veranos -si mal no recuerdo- se consiguió, por fin, abrir al tráfico esa calle, que dispone de dos decenas de plazas de estacionamiento aproximadamente (lo cual no está mal dada la situación en la zona), y posee al final de esa vía, ya en la confluencia con el peatonal paseo, de una especie de glorieta, que normalmente debería ser usada por los camiones de reparto pero que al final es utilizada para aparcar coches.

Ahí es donde viene el problema del que toca hablar hoy. Pude percatarme hace días de la existencia de, no una doble sino triple fila de vehículos estacionados. ¿Consecuencia? El que quiere salir y no puede porque tiene varios vehículos, comienza a hacer sonar el claxon. Y con el ruido del claxon, protestan las personas que tienen que soportar el siempre desagradable ruido del incesante claxon… incesante pero a veces necesario para que te dejen salir del lugar donde has estacionado correctamente. Con el continuo ruido de la bocina, se asoman residentes de los apartamentos cercanos, protestando porque el señor del coche bien aparcado simplemente se quiere ir a su casa…Y el pobre conductor tiene encima que soportar improperios e insultos.



Es decir, que a veces -como decía al comienzo de este artículo de hoy- es peor el remedio que la enfermedad. Se ha solucionado un grave déficit de estacionamientos en esa zona de Marbella, pero al mismo tiempo, se han creado problemas de circulación, motivados, eso sí y todo hay que decirlo, por la insolidaridad de la gente, por el egoísmo cada vez más asentado en esta sociedad, y por el “voy a mi bola y me importa un pito el resto de la gente, que se j….”.

Deberían al menos tomarse ciertas medidas para que esa zona no se convierta en la Ley de la Selva en cuanto a estacionamientos, sobre todo en un lugar tan transitado no sólo en verano sino el resto del año, pero predominantemente en época estival.