Sentir cofrade

Para los cofrades (entre los que me incluyo desde hace 27 de los 38 años que tengo), es también momento para reencontrarte con hermanos, mayordomos, tenientes de hermano mayor, fiscales, directores espirituales… es decir, con todo aquel que forma parte del que, sin duda -y pese a quien le pese- el más importante movimiento social en una ciudad, en este caso Marbella pero trasladable a cualquier punto de nuestra geografía. Nada mueve mayor número de personas que la Semana Santa.

 

Ahora bien, es tiempo de repetición de distintas circunstancias, que se suceden año tras año, a mi pesar. En cuanto a ciertas cuestiones, es algo que he manifestado en los lugares en donde hay que hacerlo, esto es, en los Cabildos: de nada vale llevar a cabo manifestaciones de disconformidad con ciertas cosas usando la tecnología (llámese ese invento llamado “whatsupp”), o diciéndolo en la calle, si no se deja constancia de ello en tiempo y forma, y sobre todo en donde hay que hacerlo; pero en cuanto a otras circunstancias, Marbella necesita de caras nuevas, y que se produzca ya un cambio en esas personas que usan la Semana Santa (y con ello, las imágenes de los sagrados titulares) para su único lucimiento personal.

 

Si uno es aficionado, entusiasta o admirador de esta mezcla de tradición y fe que es la Semana de Pasión, e intenta ver los distintos programas que emiten las diferentes emisoras locales de televisión, podría perfectamente llegar a pensar que se trata de una grabación que se reproduce año tras año, pues siempre vemos las mismas caras, los mismos personajes, las mismas cuestiones sobre la mesa… En cierta ocasión me llegaron a decir que las hermandades prácticamente decidían quién acudía al programa, con quién se sentaba o coincidía… A tal respecto comenté que existen miles de cofrades anónimos que podrían aportar tanto como los habituales (y repetidos) asistentes a las tertulias, ya sea en radio o en televisión.

 

Recientemente, el párroco José López lo comentó en un reciente cabildo: hay que dejar paso a las nuevas generaciones, ningún cargo es para toda la vida. Sin duda, pensé, al mismo tiempo que repasaba en mi cabeza la auténtica realidad en el mundo cofrade de mi querido pueblo. Si bien es cierto que se han producido ciertos cambios en las cabezas visibles de las hermandades y cofradías (en los últimos años hemos asistido al cambio de los Hermanos/as Mayores de prácticamente todas ellas), en el fondo, muchos seguimos sintiendo que ciertas personas siguen queriendo dirigir o gobernar, sin tener legitimidad para ello ya que ésta viene determinada por la elección de los hermanos.

 

Cualquiera que conozca el mundo cofrade, o que simplemente tenga una visión cercana a la realidad de Marbella, sabrá de qué estoy hablando. Algunas personas se resisten a tener la suficiente humildad para una vez cubierta una etapa, dejar paso a otros, o bien coger un cirio y ejercer como simple hermano de fila (de vela); pero también se resisten saber discernir entre las responsabilidades en su vida profesional y el papel que deben tener en una cofradía, hermandad o lo que es peor, dentro de una procesión. Hace meses presencié un hecho dentro de un momento histórico en el mundo cofrade marbellí, como la Magna procesión, y como tal dejé constancia para las hemerotecas (ver “La Magna”, La Trastienda 16/09/2013).