Revuelta está la actualidad tras los resultados de los comicios del 24M. No es que nadie pensara que pudiera pasar lo que pasó, pero cierto es que en gran parte de la ciudadanía existe un gran malestar por lo que se está viviendo y por lo que parece que va a pasar. Sirva por anticipado que lo expresado en esta columna es una opinión -como no podía ser de otra forma- absolutamente particular, personal y subjetiva, sin ánimo de pretender convencer a nadie, sino únicamente opinar, algo que siempre he hecho y haré.
Sinceramente, no creo que una solución cuatripartita, en Marbella o en cualquier sitio, sea la mejor opción de gobernabilidad. Ahora, si el objetivo es impedir el gobierno de la lista más votada, entonces, para los que pretenden eso, es una gran solución. No me vale la explicación de la suma del número de votos de hasta cuatro formaciones, respecto a la lista más votada, explica que la ciudadanía no desea un gobierno del Partido Popular. Si así fuera, se habría debido formar una coalición de partidos preelectoral, con las cartas encima de la mesa, y con una sola lista a presentar. Y si en tal caso, se obtiene la mayoría, ésta sería perfectamente legítima. Pero la realidad muestra (y demuestra) que el pacto en ciernes es una suma de intereses particulares. Y veremos a donde nos lleva…
Honestamente, no creo que una lista con únicamente ocho de veintisiete ediles deba liderar y presidir un consistorio como el de Marbella, puesto que no es ni un tercio de la representación. Me sigue sin valer el análisis, que también he podido escuchar estos días, en cuanto a que el PP tiene el 40% de los votos, y por tanto el resto, el 60%. Y no me vale porque no es del todo cierto, en tanto que si sumamos el porcentaje de votos obtenido por las cuatro formaciones, presumiblemente socias de gobierno (a saber, PSOE, SOP, IU y CSSPTT), nos arroja un resultado del 50,43%, frente al 41,01 del PP, lo cual no llega a ni a un 10% de diferencia (9,42%).
Pero un análisis más profundo, dejando números a un lado, desde mi humilde punto de vista, nos deja varias ideas claras:
La diferencia de un sólo concejal supone un cambio abismal en la situación política de la ciudad. ¿Qué hubiera pasado, o cómo se hubieran planteado las cosas si, en esos eternos tres cuartos de hora en que el escrutinio se paralizó literalmente, y cuando desde el 50,2% de pasó al 95%, nada hubiera cambiado? ¿Dónde estarían más de uno y más de dos, que observaban que nada cambiaba en el arco del Salón de Plenos de la Plaza de los Naranjos? Esa noche escuché a alguno decir que “si esto no cambia, nos vamos todos a casa…”.
Efectivamente, el PP ha perdido la mayoría absoluta (habrá también que analizar las causas y motivos de ello…), deben los populares (y personalmente se lo he dicho a más de un miembro de su formación) mirarse en su interior y ver qué han hecho mal, y por qué las cosas negativas (personalmente, se las he mencionado siempre, como “cagadas”, con perdón de la expresión) han ganado a las muchas cosas positivas de su gestión. Haberlas, haylas… Pero con una perspectiva general, no se puede afirmar que los ciudadanos han elegido un gobierno de pacto, a cuatro niveles, para gobernar Marbella.
Algunos que festejan estos comicios como un verdadero triunfo y victoria electoral, deben mirarse también a sí mismo y ver que, por el ejemplo, el PSOE ha crecido, si, pero apenas ha conseguido ni mil votos más que en los anteriores comicios, y un solo edil más se ha obtenido. No es, sin duda, para tirar cohetes como tiran algunos… Pero si el electorado hubiera querido un gobierno socialista, habría votado en masa a la opción de Pepe Bernal.
Pero es que la formación sampedreña (OSP) no puede tampoco estar muy contenta de los resultados, aunque su posición de fuerza ahora, dice lo contrario, en tanto que ha perdido casi doscientos votos. Eso, en política, es un fracaso, máxime cuando su electorado, aparentemente, es fiel. No aumentar el número de votantes, cuando muchos esperaban que de tres ediles pudiera pasar a cinco, para mí es un fracaso en toda regla. Otra cosa es que, como he dicho, la posición de fuerza y ser llave para un gobierno del signo que sea, les hace estar como están.
En el análisis electoral no puedo sino pararme con la que, para mí (y creo que para muchos) ha sido la auténtica sorpresa del 24M. Inicial y aparentemente desahuciado, no por el candidato, que me parece una persona con formación y capacidad para ser concejal del consistorio de mi pueblo, sino por la situación política actual de la formación. IU y Miguel Díaz, pese a haber perdido más de trescientos votos, ha “aguantado el tipo” cuando todos anunciaban una debacle.
Y por último, la formación de Costa del Sol Si se Puede Tic Tac (lo de Tic Tac me parece, cuanto menos, ridículo), pero, en definitiva, la marca local de Podemos… Todo parecía que podría haber conseguido más votos de los cerca de cuatro mil que ha logrado (que no son pocos…). Ahora, no entiendo lo de apoyar un pacto de gobierno con partidos, denominados por el líder nacional de la coleta, como “casta”… Y lo de no querer delegaciones municipales, tengo mis dudas. A lo mejor me equivoco, pero tengo mis serias dudas que no quieran nada por apoyar el cuatripartito.
En definitiva, tiempo de pactos que veremos a ver por donde sale…. Y si fructifica el acuerdo, no sé cuánto durará… Asimismo, creo que nadie debería entregar el acta de concejal. Soy partidario de estar a las duras y a las maduras.