Hace días se publicaba la noticia acerca de la puesta en marcha una nueva unidad destinada a eliminar las malas prácticas que se dan en la vía pública, como son el depósito de muebles y enseres, los restos de poda y los escombros. Eso es algo sobre lo que el consistorio debe ponerse serio y aplicar algo de “mano dura” (si es necesario, tocándoles el bolsillo si fuera necesario) con los vecinos que siempre hacen en la calle lo que nunca, desde luego, harían en casa.
Cierto es que todos en algún momento u otro hemos tenido muebles o enseres para ser desechados, pero lo inconcebible e inadmisible es que aprovechen los fines de semana, con menos servicios municipales, para llenar las calles de sofás, sillones, mesas, estanterías, colchones, lámparas viejas… dando una imagen que no se puede permitir, máxime cuando existe un servicio, gratuito para más inri, que presta el ayuntamiento al objeto de recoger esos bienes usados e inservibles, previa información telefónica. No lo entiendo… debe ser extremadamente difícil para muchos marcar el teléfono.
Por eso aplaudo la medida consistorial, que como afirmó el concejal de Limpieza, la creación de esa unidad anti abandono contará con el apoyo de la delegación municipal de Seguridad Ciudadana mediante efectivos policiales, con miembros de la patrulla verde y con un inspector de limpieza. Eso es algo necesario puesto que a los que pillen con los bártulos en la mano, deberá sancionárseles (¡¡¡que ya está bien de llenar la calle de porquería!!!)
Al mismo tiempo y al hilo de este asunto, debería tenerse especialmente en cuenta algo que se produce y repite miles de veces cada día, es un gesto cotidiano pero una cochinada como la copa de un pino. Me refiero al mal hábito que tienen los fumadores de tirar las colillas al suelo (cuando no los cigarros encendidos). Esa calada que dan apurando el vicio antes de entrar en algún sitio donde, bendito sea, está prohibido fumar. Pues después de la calada, lanzamiento de colilla al suelo, que ya vendrán luego a limpiarlo… pensarán. Algunos parece que no enteran que no deben usar la acera de cenicero, sobre todo (insisto) porque si en su propia casa no lo hacen, no entiendo la razón por la cual deben llevarlo a cabo en la calle.
Todo ello, tanto en el caso de los muebles y enseres como en el de la cochinada de los cigarros, debe además de unirse al recordatorio acerca de que vivimos en una ciudad que debe siempre presentar su mejor imagen, porque nosotros somos los primeros beneficiados de ello.
Espero que esta unidad anti abandono esté operativa cuanto antes y se evite con ello el aspecto que dan algunas calles, con decenas de muebles acumulados junto a contenedores, que si ya de por sí dan una mala imagen -salvo en los casos de las islas ecológicas-, si encima le unes montones de viejos enseres, la fotografía no puede ser más penosa. La situación, sobre todo, se da en los barrios residenciales, y es allí donde debería multiplicarse los esfuerzos de esta unidad.
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