Toqué de pasada, a nivel referencial y en diferentes días, este tema de hoy. Además, con la llegada del verano, se multiplica la vida en la calle y con ello, la presencia en paseos, parques y terrazas, lo cual en ocasiones se convierte en un verdadero abuso.
Desde luego hay que tener en cuenta que, de entrada y desde siempre, defiendo y defenderé que el empresariado local pueda ejercer su actividad de la mejor manera posible, que llenen sus establecimientos (y con ello sus cajas), pero en consonancia con el respeto al espacio público. Es decir, que puedan instalar sus terrazas, que éstas se llenen todos los días, que puedan tener una buena campaña de verano, pero que eso no suponga hacer suyo el espacio -que es de todos- dejando ni siquiera medio metro para que los ciudadanos podamos transitar por ese lugar. Siempre insisto en que muchas veces del uso al abuso hay demasiada poca distancia.
Un lugar en Marbella que tradicionalmente es usado como espacio para instalar terrazas, y en donde los turistas plácidamente disfrutan de un café, un refresco, una rueda de churros, una ricas tapas o una buena comida, como lo haríamos cualquiera de nosotros cuando viajamos a conocidos lugares en donde no puede pasar uno sin hacer una parada en esos puntos. La Plaza de los Naranjos, como eje central del Casco Antiguo, es el lugar que buscan quienes nos visitan y en donde muchos se sientan plácidamente, aprovechando la tranquilidad de la zona, para reponer fuerzas y sentir las maravillas del lugar. A los que hemos nacido aquí, no nos llama tanto la atención (porque estamos acostumbrados a ello), y no nos percatamos de lo placentero que puede llegar a ser pasar un rato en ese lugar. Pero si que nos puede llamar la atención, en muchas ocasiones, es el poco espacio libre para el paso que dejan los titulares de los establecimientos que colocan terrazas tanto en el espacio central de la plaza, como en tres de las cuatro esquinas de la misma.
Insisto, siempre quiero lo mejor para mis convecinos, pero no puede consentirse un ejercicio arbitrario y abusivo de un derecho. ¿Por qué para acceder al Ayuntamiento tengo que rodear toda la plaza cuando en la zona central pueden coexistir perfectamente terrazas y el expedito paso peatonal? Para muestra, un botón…
Por otro lado, las obras de la Avenida Miguel Cano, no marchan sin duda a buen ritmo. Tanto es así que el consistorio ha decidido, en consonancia con las reivindicaciones vecinales y empresariales de la céntrica vía, parar los –-eso sí- necesarios e importantes trabajos de remodelación durante los meses de temporada estival. Mientras, la mitad de la parte sur en esta calle tiene ya remozada la solería, pendiente de saber si volverán al lugar los árboles en su día suprimidos, o si se van a colocar alguna especie arbórea nueva, suponiendo que el mobiliario urbano se colocará una vez finalizada la obra en su totalidad. Y todo ello aunque la zona norte (desde Travesía Carlos Mackintosh hasta la confluencia con Antonio Belón, y la salida del túnel), parece un auténtico campo de batalla (tal y como escuché denominarlo hace días a un concejal de la oposición). Pues en ese tramo parcialmente remozado, espero que no sirva para que los negocios de hostelería allí ubicados, multipliquen el espacio destinado a sus terrazas. Si bien es cierto que estos negocios han sido los principales sufridores de las siempre molestas obras de remodelación, eso no supone que una vez abierta la vía, se convierta en un comedor al aire libre pagado con fondos públicos. Otro botón de muestra.
Es decir, y para evitar malentendidos, si determinados bares/restaurantes tienen concedidas terrazas para x mesas, que se mantenga ese derecho, y no sea duplicado, triplicado o cuadriplicado. Quisiera que si la calle se ha peatonalizado, que el espacio para el peatón sea directamente proporcional a lo que todos los vecinos han contribuido con sus fondos públicos para esos trabajos (ya sea a través del uso del canon que la empresa de aguas, o de la forma que fuere). Ciertamente, las terrazas dan mucha vida a las zonas peatonales, pero no puede permitirse un abuso que en otras zonas de la ciudad se da constantemente, en donde el espacio para el tránsito peatonal no llega ni al metro. Ni tampoco es plan aumentar el espacio de terraza a costa de aumentar su coste en forma de tasas, porque de esa forma la administración consigue mayores ingresos, pero los vecinos pierden espacio público.