¡Qué la tierra te sea leve!

Hoy me enteré del fallecimiento de un ciudadano ejemplar. Todas las pérdidas duelen pero no sé por qué algunas te llegan más hondo.  

Cuentan los antiguos como parte de esa filosofía perenne -ese conjunto universal de verdades y valores comunes a todos a todos los pueblos y culturas- que cuando muere un alma grande los vientos enloquecen. Así lo cuenta Ken Wilber, el denominado Freud de la conciencia, en su magnífico y recomendable libro que resume muy bien su filosofía, Gracias y coraje, que cuanto mayor es el alma, mayor debe ser el viento para llevársela.

Y hoy, que Salvador Calvo Aguilar ha decidido irse de imprevisto, lo ha hecho arrastrado por la borrasca Enma que justo nos visita con esa inusitada fuerza que tiene la naturaleza. Esa naturaleza brava e indómita que tanto le gustaba a él.

Mercedes Vázquez, en un hilo de conversación por un grupo de WhatsApp gracias al cual nos podemos enterar también de estas tristes noticias, nos hablaba de que era una auténtica pena pese a la necesidad que tiene el mundo de gente así. No pudo describirlo mejor. Salvador era además de buena persona, un ciudadano ejemplar. Una de esas personas que hace que el mundo sea un lugar mejor. Un ciudadano comprometido que luchó siempre por su ciudad, por las injusticias y con el cual siempre podías contar.

Recuerdo que la última vez que lo vi nos acompañó con su mujer Mª Carmen y su hijo Alberto a la limpieza que habíamos organizado en Marbella Activa para limpiar el pinar de Nagüeles dentro del proyecto LIBERA. Fue la última vez pero siempre que podía participaba en muchas de nuestras actividades con la fuerza de esas personas solidarias que, en lugar de hablar, te acompañan con su hombro.

Mañana viernes a las 11:00 a.m. será su entierro en el cementerio antiguo donde se le despedirá como debe aunque personas como Salvador nunca se irán del todo como les ocurre a ese tipo de personas a las que representa. Aquellas que con su ética nos enseñan a recorrer esta vida con dignidad.

Yo te despido a mi manera y como sé que te gustaría. He abierto una botella de vino tinto y mirando bien para arriba he brindado por ti.

¡Qué la tierra te sea leve compañero!