Si en el artículo pasado escribía sobre la movilidad sostenible y el tren, hoy me gustaría centrarme en la Ciudad del Conocimiento, recogida como uno de los tres principales ejes del Plan Estratégico de Marbella 2022, del que prometí ir desgranando poco a poco su contenido. En concreto, hablaré del concepto de Ciudad de la Cultura, una de las cinco estrategias para convertir a Marbella en una urbe de referencia que apuesta por la educación, la cultura, el conocimiento, la economía creativa y la innovación.
Si cuando se publicó el anterior artículo al que hago referencia, “Algo más que palabras”, el plan estratégico iba a ser aprobado por el Pleno municipal. Ahora podemos asegurar que no sólo se ratificó dicho acuerdo sino que contó con el respaldo de todos los partidos, que no es poco en los tiempos que corren, políticamente hablando.
Antes de entrar en materia, valga la polémica sobre la suspensión de los Premios “Marbella Literaria” y “Marbella Hispanista” creados por la anterior corporación, para comentar que este suceso, con un plan estratégico ya consolidado, hubiera sido más difícil que ocurriera. Con argumentos a favor y en contra de su continuidad que no voy a pararme a valorar, este tipo de herramienta -la planificación- evita precisamente estos problemas porque establece una hoja de ruta consensuada entre sus agentes culturales, su ciudadanía, y lo más importante, todos los grupos políticos, para saber cuál debe ser la línea a seguir, trascendiendo los ciclos políticos.
Valga el ejemplo de Finlandia para reconocer la importancia de fijar prioridades desde el consenso, ya sea de un país o de una ciudad. Una sola reforma legislativa que empezó en 1968 a favor de un sistema único nacional de educación que nunca se ha modificado porque ha evidenciado sus buenos cimientos, con una clara apuesta por un modelo gratuito e igualitario para todos y del que me ocuparé en un próximo artículo porque vale la pena darlo a conocer.
Los resultados están disponibles en el informe PISA 2003 donde ocupa el primer puesto con menor fracaso escolar en el ranking de los 28 países analizados por la OCDE. Un país donde los ciudadanos y sus gobernantes han conseguido que la educación sea la mejor inversión. Un crecimiento inteligente priorizando a sus individuos como principal recurso nacional. No es el caso de España, donde la educación no es cuestión de Estado sino de partidos y lamentablemente así nos va: siete leyes y cuatro modificaciones en la estructura del sistema educativo provocan que los alumnos españoles se sitúen año tras año en la cola.
Volviendo a nuestra realidad y a nuestro plan, una de las novedades del mismo es la necesidad en el ámbito cultural -como lo puede ser en otros- de la búsqueda de acuerdos de hacia dónde debe ir en nuestra ciudad, planteando un mecanismo participativo real: un Consejo Sectorial de la Cultura como una de las primeras medidas.
Una forma de recabar la opinión de los expertos, técnicos y asociaciones, no sólo de quienes saben de ella o estén legitimados, sino de todos aquellos que tengan algo que opinar y proponer sobre el diseño de la oferta cultural, su agenda y una adecuada promoción y comunicación de su programación, la puesta en valor del patrimonio, el fomento de una mayor sensibilización ciudadana, la suficiencia de salas de exposiciones y equipamientos museísticos necesarios o de espacios públicos como lugares de encuentro y expresión creativa, en definitiva cuestionarnos de forma plural y constructiva las cuestiones básicas para que seamos una ciudad cultural de verdad, como establece el plan.
El microclima de Marbella, junto a su paisaje y la marca en sí, son algunos de nuestros puntos fuertes como ciudad. Pero todo es efímero en la vida o como decía Heráclito, todo fluye. Las ciudades tampoco escapan de esa fugacidad. Lo digo justo ahora que estamos en uno de los veranos más calurosos, no sólo de aquí, sino de toda España. Y claro, si aquí se sufre con estas temperaturas, no nos imaginamos en el interior y sin tener el mar cerca para refrescar las noches y hacer el día más llevadero.
No sabemos lo que nos deparará el futuro en cuanto al cambio climático pero sí debemos tener claro que pese a ser una marca consolidada, nada es para toda la vida, y es por ello necesario no aferrarnos a las bondades de esta tierra tan bien tratada en cuanto a su clima. Eso es más difícil de controlar, sería más deseable centrarnos en mejorar la ciudad para sus ciudadanos y visitantes, reparando en algo importante: existe más de una Marbella, al menos, una más exclusiva y otra, la de la gente corriente. Ambas coexisten pero prácticamente ni conviven ni se conocen.
Este pasado martes once de agosto, mientras intentaba contemplar desde mi terraza esa maravilla de nuestro cielo nocturno que son las Lágrimas de San Lorenzo o lluvia de estrellas, me llegaban los sones amortiguados y aflamencados de la actuación de Sara Varas en Starlite, un buen ejemplo para ilustrar lo que quiero expresar en relación a la oferta cultural de Marbella. Un evento que se consolida en Marbella y huelga decir en España así como su gala benéfica, que gracias a Antonio Banderas como su gran anfitrión, es de las relevantes del verano por el elenco de caras famosas que desfilan por su photocall, alimentando -a veces a nuestro pesar- esa Marbella más exclusiva que antes mencionaba. Así lo han recogido las principales cadenas y medios nacionales. Y eso es bueno para Marbella. Es una promoción gratuita que la vuelve aún más deseable, al menos para esos perfiles de visitantes.
Aunque he de confesar que nunca he ido —no es mi ambiente —si tengo claro que este evento del verano es algo totalmente necesario para Marbella y para un tipo de turismo que necesita disfrutar con todo tipo de actividades adaptadas a sus demandas. Sé que hay muchos detractores de Starlite, conozco las críticas pero yo defenderé, no solo a este, sino que Marbella necesita de toda una serie de eventos culturales, gastronómicos y deportivos tanto en las temporadas de alta demanda como en las de baja, precisamente para luchar contra la estacionalidad y donde las actividades para los diferentes habitantes y visitantes son fundamentales.
Dicen de este festival que su organización no brilla tanto como sus estrellas y que al personal contratado no se le trata muy bien. Creo que como concesión pública, el Ayuntamiento debe exigir, no sólo el importe, sino que la organización y el trato al personal esté a la altura de esa exclusividad que se vende. A mí, al menos, lo que no me gusta tanto es que se haya cerrado con una cancela este espacio público que debe ser de disfrute de todos los marbellíes, al menos cuando no hay eventos.
Mi opinión es que el malestar de algunos en Marbella con este evento no se debe tanto al mismo sino a la ausencia de una oferta paralela para el resto de sus ciudadanos y visitantes que no sólo, no pueden o quieren desembolsar dichas cantidades, sino que les gustaría otro tipo de oferta más adaptada a sus preferencias. Pero Starlite funciona y es bueno para Marbella, motivo por el cual debemos, no sólo apoyarlo y mantenerlo sino mejorarlo. Lo que sería un error es eliminar algo que funciona bien.
Hace unos días, charlando con Darío, un joven marbellí comprometido en el voluntariado social e interesado en participar en nuestra asociación, refiriéndose a la cultura, lamentaba que los jóvenes como él, aparte de salir de noche, tenían pocas opciones en esta ciudad, sin embargo en otras ciudades los ayuntamientos organizaban muchas actividades que son una alternativa a salir de copas, como puede ser Granada o, incluso, Málaga. No es una queja aislada de la gente joven en Marbella sobre sus pocas opciones de entretenimiento.
No sólo tenemos público joven sino de todas las edades y condiciones: extranjero, jubilado, infantil... A propósito de este último es cada vez más numerosa la oferta de festivales de música en España para niños como el Canela Party en Málaga donde padres, niños y perros disfrazados disfrutan juntos de la música y un ambiente divertido. Sonorama en Aranda de Duero, con programación y espacios para los más peques y sus padres, el Rototom en Benicàssim con un espacio de juegos, cuentacuentos, talleres y espectáculos. También está el Osa do Mar en Burela, Lugo, con talleres para niños, el Gigante de Guadalajara, con actividades para que los niños despierten su lado más artístico o el South Pop que contempla una ludoteca a las espaldas del escenario principal. Es por poner un ejemplo de lo que se programa en otros lugares con los diferentes colectivos y sus necesidades específicas de ocio.
Querer es poder y no es sólo cuestión de presupuesto, cuenta el ingenio y la creatividad. Recuerdo hace dos veranos, en Mimizan, un pequeño pueblo de Las Landas, en la costa atlántica de Francia, donde repartían un tríptico titulado Plan Rana. Por curiosidad le pedí a mi mujer que lo tradujera del francés. Era un plan de ocio alternativo para sus veraneantes, donde en caso de lluvia se organizaba desde su Ayuntamiento todo tipo de actividades para los padres y los niños que se quedaran sin día de playa. Me pareció genial. En Marbella podemos hacer lo mismo con los días de medusas, un auténtico contratiempo para nuestros turistas (Plan Medusa).
En Marbella alardeamos de ser un destino turístico de calidad y no tenemos un museo de la ciudad pese a nuestro patrimonio e historia. Algo inaudito para mí en una ciudad con un recorrido turístico ya maduro, por citar algunas de sus muchas carencias y que el plan lo contempla como una de sus acciones.
Para mi esa es una cuestión básica: conocer las necesidades de ocio que tienen sus habitantes y visitantes por edad y segmento turístico. Algo tan sencillo cómo preguntar ¿Usted qué echa en falta culturalmente? Aunque también es cierto que tenemos una oferta amplia, tanto de iniciativa privada como pública, con semanas donde se celebran más de cuarenta eventos. El problema es que la difusión no está cumpliendo su papel porque no llega al público. De ahí que una de las acciones incluidas en ese eje estratégico, sea el establecimiento de un sistema integral de difusión y comunicación de las actividades culturales para que la programación llegue a su ciudadanía y visitantes.
Las carencias de la ciudad no pueden obviarse. El plan estratégico nos propone soluciones a través de acciones que se recogen no solo en la estrategia de Ciudad de la Cultura sino en otro eje, el de Marbella como Ciudad de la Excelencia que nos plantea el desarrollo del turismo cultural y de sus industrias, el desarrollo de eventos durante todo el año, apostar por la identidad cultural -recuperando y poniendo en valor el patrimonio local- con lo que lograremos consolidar y modernizar el modelo productivo turístico, diversificar la oferta y captación de nuevos mercados emergentes o romper la estacionalidad. Contempla igualmente, un nuevo tratamiento y puesta en valor del patrimonio material e inmaterial de la ciudad, el desarrollo de exposiciones temporales y permanentes de impacto internacional y llegar a acuerdos con museos de referencia internacional.
Hablando en estos días con Sagrario Álvarez, artífice del Ateneo de Marbella, me comentaba que en Gijón el festival literario “Semana Negra de Gijón” dedicado en los orígenes a la novela negra, había transformado la ciudad desde que en 1988, el escritor Paco Ignacio Taibo ideara dicha iniciativa.
Y es que la cultura tiene un gran efecto trasformador sobre las ciudades. De eso saben mucho en Málaga y tiene la “culpa” su segundo plan estratégico que ha hecho de ella uno de sus ejes para regenerar la ciudad, con resultados claramente visibles: el Museo Picasso, el Centro de Arte Contemporáneo- CAC Málaga, Museo Carmen Thyssen, Pompidou, Museo Ruso…el incremento de las actividades culturales y educativas como la Térmica, la apuesta por el cine y la industria audiovisual con el Festival de Cine o la revitalización de su centro histórico donde la cultura juega un papel de acicate. Todo esto ha logrado convertir a Málaga en uno de los principales destinos urbanos de España.
A Málaga la tenemos muy cerca y no sería mala idea crear sinergias para ir hacia una gestión cultural conjunta y complementaria que nos beneficie a ambos. No olvidemos que muchos turistas y ciudadanos de Marbella van a la semana santa malagueña, a su feria o a visitar sus museos y mucha gente que elige Málaga como destino urbano, suele hacernos una visita. Marbella es una cita obligada si estás en la Costa del Sol.
Decía Henry Ford que el fracaso es una gran oportunidad para empezar con más inteligencia. Marbella no ha fracasado, ni mucho menos, pero este plan estratégico puede ser un gran momento para empezar a construir, desde la inteligencia colectiva, una ciudad de futuro, una ciudad de la cultura y el conocimiento.