El titular ‘Masterbación: hacerse un máster a sí mismo por el puro placer de tenerlo’ es uno de los mejores que he leído últimamente. Desde que ha estallado el caso ‘Mastergate’ no hay día que no nos levantemos sin una nueva noticia sobre el caso Cifuentes o compañeros de ‘filia’ -el de hacerse un máster por puro placer- que han engordado sus currículos con un título, curso o posgrado más que sospechoso.
Lo del término masterbación es original del humorista e ilusionista, Luis Piedrahita, que con mucho humor condensa en una sola palabra las podredumbres de nuestra sociedad y de una parte de la clase política. El título del artículo corresponde a Pablo Ortiz que no es politólogo sino sexólogo. En el artículo del periódico de Castilla-La Mancha compara el culto al onanismo con ese otro tan curioso de inflar su biografía académica.
Uno de los efectos de este tsunami mediático es que algunos políticos y cargos públicos han repasado sus fichas biográficas en las webs oficiales. En el Congreso de los Diputados al menos 15 diputados han modificado la información de su titulación académica, entre ellos Ana Pastor, Javier Maroto o Javier Moragas del PP , Toni Cantó de Ciudadanos o Juan Merlo secretario de Organización de Podemos en Galicia y diputado de En Marea que se ha visto obligado a dimitir por decir que era ingeniero. No es algo nuevo, ya Elena Valenciano y Patxi López del PSOE tenían en la web que eran licenciada e ingeniero, respectivamente.
¿Qué necesidad hay de esas mentiras o media verdades? Desde luego es una tremenda injusticia entre los que parece que se les da una tremenda facilidad para obtener títulos y aquellos mortales que tienen que sacrificar tiempo y dinero para obtener una titulación de posgrado. Sin hablar del enorme daño que se inflige a una institución como es la universidad.
A mí lo del título del vicesecretario de comunicación del Partido Popular, Pablo Casado, y su título conseguido en Harvard, ‘DGP de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard’, que no fue impartido realmente en Estados Unidos sino en Aravaca durante cuatro días de clase me suena a esa broma que siempre hemos tenido en nuestra ciudad con los títulos de Harvard: el prestigioso título obtenido en ‘Las Jarbarizas’.
Y es que esto de la titulitis es muy español. En otros países, más importante que tener títulos es demostrar lo que sabes o lo que dices saber hacer. En una entrevista a un botánico asturiano, Carlos Magdalena, desconocido en España pero venerado como gurú de las plantas en Reino Unido, me llamaba la atención, además del mérito de haber conseguido recuperar de la extinción plantas extremadamente raras y volverlas a reintroducir en sus ecosistemas naturales, es que trabajaba en los Reales Jardines de kew y que su acceso como funcionario del Estado no había sido aprobando ninguna oposición.
Contaba en la entrevista este experto que en Reino Unido no se miran tanto los títulos sino que, independientemente de una formación mínima, se valora mucho más la iniciativa y el interés personal. Aquí este hombre tendría que estudiar la constitución española, los estatutos de autonomía… si quisiera investigar los esquejes de plantas exóticas desde lo público. Con total seguridad este hombre no hubiera podido trabajar en España. Se hubiera aburrido antes de intentar pasar por ese tipo de proceso selectivo ni tampoco, en caso de pasarlo, le hubieran dado la libertad de desarrollar ese tipo de trabajo.
Pero no estamos en Reino Unido, estamos un país donde más importante que saber es aparentar. Así nos va.