- José Francisco Gil Urbaneja ha pregonado la Semana Santa de San Pedro Alcántara 2025.
La Semana Santa de San Pedro Alcántara se ha puesto en marcha este sábado con un gran pregón a cargo del cofrade José Francisco Gil Urbaneja. Fue un discurso muy sentido y cargado de devoción en el que, incluso, llegó a emocionarse en su parte final, tras el que recibió una calurosa ovación. Llamó a ser mejores personas y a ayudar al prójimo.
El mundo cofrade se ha reunido este sábado en la iglesia de San Pedro Alcántara para escuchar el pregón de la Semana Santa 2025 a cargo de José Francisco Gil Urbaneja.
Durante aproximadamente una hora, ha contado con la música al piano de Francisco Javier Moreno Ramos y con las interpretaciones de José Antonio Ariza Rodríguez.
La presentación ha corrido a cargo de José Castellanos, que lo ha definido como un "joven cofrade" y ha recordado que entró en 2013 en la Junta de Gobierno de la hermandad en la que ha ocupado distintas responsabilidades.
El pregonero ha comenzado con palabras de gratitud y también de humildad. "Aquí estoy, preguntándome por qué fui elegido para contaros la historia que sabéis mejor que yo".
Se ha mostrado "orgulloso" de pertenecer a la cofradía "a pesar de que mi vinculación con ella últimamente no sea tan activa".
"Estamos ante la historia que cada primavera golpea tu corazón, tu alma, tu interior, el de miles de personas", ha dicho.
Y ha definido la Semana Santa como "trágica, dulce, agónica, incomprensible, familiar y mistérica, vuelve cada año de una manera vertiginosa y te revuelca una y otra vez como las olas del mar".
Ha defendido a los cofrades. "Somos personas de fe, no somos cristianos de segunda fila porque nuestra fe participe de lo visible", ha dicho.
"La fe no se mide con lo que vemos, sino con lo que sentimos en el corazón y, sobre todo, con nuestro comportamiento de buenas personas", ha añadido.
José Francisco Gil Urbaneja ha pedido que "vivamos esta Semana Santa con el corazón lleno de gratitud".
"A pesar de nuestras diferencias, todos somos hijos e hijas de Dios, llamados a vivir en paz y unidos", ha continuado.
Y ha recordado que "es imposible olvidar que todos cargamos con nuestras cruces personales: la enfermedad, la discriminación, la pobreza, la soledad, el desengaño".
"Cuando ayudamos a un hermano a llevar su cruz, a la nuestra y a la del prójimo le crecen alas, es como si pesara menos", ha explicado.
Ha concluido con una exaltación del momento de la Resurrección: "el sepulcro vacío proclama que nuestra fe no es en vano, que la promesa se ha cumplido y que el amor de Dios es más fuerte que cualquier oscuridad".
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