Los concejales piden también que los alimentos que sobren se entreguen a estos estudiantes, siempre atendiendo a los informes de los servicios municipales de Bienestar Social y al criterio de los equipos directivos de los centros para determinar qué alumnos podrían beneficiarse de estas propuestas.
Para mejorar el servicio a los estudiantes, los ediles instan al Consejo Escolar Municipal que cree un fondo con alimentos no perecederos o de larga caducidad, como galletas, batidos o cereales, para repartir entre los alumnos que, a juicio de los docentes de cada centro, se encuentren en mayor situación de necesidad.
Los ediles han señalado que el municipio cuenta con hasta 15 colegios que disponen de comedores escolares y en los que se atienden a alumnos cuyos padres perciben rentas insuficientes. En algunos de los centros son los trabajadores municipales los que elaboran y sirven las comidas. Está constatado que en casi todos los comedores hay alimentos que sobran, bien porque se cocinan pero no se sirven o porque no se llegan a abrir, como ocurre en muchos casos que tienen servicio de catering y que se tiran a la basura.
“Se da la terrible paradoja de que se desecha comida en centros escolares en lo que hay alumnos cuyas familias no disponen de recursos suficientes para proporcionarles la comida en casa, como la merienda o la cena”, ha lamentado Monterroso, que ha asegurado que la ley habilita a ambas administraciones para planificar actuaciones conjuntas en este sentido.
Díaz emplaza a que las administraciones, tanto el Ayuntamiento como la Junta, deben buscar fórmulas en el ámbito de sus competencias que "permitan paliar una de las consecuencias más graves asociadas al problema del desempleo”, ha concluido.