Al tratarse de una patología crónica, es decir, que siempre permanece, los tratamientos buscan minimizar su progresión y mantener la calidad visual del paciente el máximo tiempo posible a lo largo de su vida.
El
único factor de riesgo sobre el que podemos actuar es la PIO (presión intraocular), cuanto más baja sea, menor será la evolución de la enfermedad. Por ello el tratamiento del glaucoma va encaminado a disminuir la presión intraocular.
Esta patología es una
enfermedad silenciosa que en sus inicios puede ser completamente asintomática. Cuando el paciente presenta síntomas manifestados en la pérdida de campo visual, como puede ser el estrechamiento (visión en cañón de escopeta) o la aparición de parches en dicho campo visual, la enfermedad suele estar en estadios muy avanzados.
Por esta razón, el
diagnóstico precoz es fundamental, la experiencia de los facultativos y la avanzada tecnología permitirán diagnosticar la enfermedad antes de que haya afectado a la visión del paciente. El equipo médico realizará una evaluación exhaustiva e individualizada de cada paciente, determinando la presión intraocular objetivo e indicando el tratamiento más adecuado para conseguirla, evitando el deterioro del nervio óptico y frenando el avance de la enfermedad.
El tratamiento del glaucoma se realiza fundamentalmente por dos vías, médica y quirúrgica. La primera sería un
abordaje farmacológico a través de colirios hipotensores, que descienden la tensión ocular disminuyendo la producción del humor acuoso (líquido transparente presente en la cámara anterior del ojo) o facilitando la eliminación de dicho líquido.
Cuando con el tratamiento médico no conseguimos la PIO objetivo (presión determinada en cada paciente, en la cual la evolución de la enfermedad es mínima), ya sea por resistencia a las gotas, no alcanzar una bajada suficiente de PIO, o por efectos adversos o intolerancia a las mismas que requiere su retirada, es cuando planteamos la opción quirúrgica.
En cirugía del glaucoma se ha evolucionado y mejorado mucho en los últimos años y es donde el conocimiento de los glaucomatólogos (oftalmólogos especialistas en glaucoma) se pone de manifiesto. Esta evolución ha permitido poder operar antes de alcanzar estadios terminales, tratando de evitar llegar a la ceguera.
Existen diversos tipos de cirugías, una micro cirugía intraocular, más precoz y mínimamente invasiva, denominada
MIGS. Con esta intervención, que permite intervenir al paciente antes y que apenas presenta complicaciones, el control de la presión intraocular se realiza con la implantación de microdispositivos de drenaje (implante Xen o implante iStent). Se trata de cirugías delicadas, pero muy satisfactorias para el paciente.
Asimismo, se puede contar con otras cirugías algo mayores, para estadios más avanzados, cuando se necesita bajar la tensión ocular más aún. Hablamos del
implante Express, procedimiento rápido, seguro y con un postoperatorio corto y leve. En este procedimiento también se coloca un implante microscópico que facilita la salida del humor acuoso.
Otra técnica microquirúrgica muy precisa sería la
Esclerectomía Profunda No Perforante (EPNP), donde el drenaje del humor acuso se realiza de forma controlada a través de una pequeña incisión de espesor parcial en la esclera (parte blanca del ojo) y extrayendo una porción del trabeculum (estructura por la que drena el humor acuoso). Con esta técnica no se alteran las estructuras intraoculares, lo que la convierte pese a su dificultad quirúrgica, en una técnica más segura y con menos complicaciones que la clásica trabeculectomía.
El
Centro Oftalmológico de HC Marbella cuenta con un equipo de profesionales que trabajan de forma coordinada para proporcionar la máxima calidad asistencial, con un enfoque humano y personalizado, facilitando opciones terapéuticas que atiendan a las necesidades específicas de cada paciente, superando sus expectativas y mejorando su visión y su calidad de vida. El doctor
Antonio Alberte González es el especialista del centro en Glaucoma.