Las previsiones meteorológicas continúan, afortunadamente, fallando y por tercer día consecutivo la Semana Santa marbellí no ha sufrido ningún contratiempo en forma de suspensión. Aunque las decisiones que toman las juntas de gobierno son difíciles y entrañan riesgo, finalmente las procesiones se están llevando a cabo.
Para este Miércoles Santo se pronosticaba lluvia, que finalmente no cayó, salvo algún leve chispeo durante el recorrido del Nazareno y María Santísima del Mayor Dolor, que afrontaron un recorrido más corto ante el miedo de que pudiera descargar el agua. Aún así, viendo que el tiempo respetaba, el desfile se hizo largo, en torno a las cuatro horas.
La tarde comenzó con varias novedades por parte de la Hermandad. A las 19:00 horas se inició en la iglesia de La Encarnación una misa que abarrotó el templo y en la que se entregaron las medallas de la cofradía, acto que en años anteriores tenía lugar en la plaza del Santo Sepulcro.
Otra de las variaciones fue que este año los dos Sagrados Titulares salieron desde la iglesia de La Encarnación, desde donde partió también María Santísima del Mayor Dolor, que años anteriores arrancaba desde la Casa Hermandad.
Cinco minutos después de la hora fijada para el inicio de la procesión, las 20:30 horas, se abrieron las puertas. Nuestro Padre Jesús Nazareno, una talla de José Rivera realizada en 1943, salió portado por 115 hombres de trono y acompañado por más de 50 mantillas y 200 nazarenos con túnicas y faraonas moradas. Por delante, la Agrupación Musical de La Pollinica, deleitando con sus marchas procesionales.
El Nazareno, a pulso, por la avenida Ramón y Cajal. (Foto: J.C.A.)
Con el Nazareno enfilando ya casi la calle Salinas, seguido por cientos de penitentes, salió a la plaza de la Iglesia María Santísima del Mayor Dolor, talla de José Dueñas realizada en 1996, y portada por 120 hombres de trono. La acompañaban la Asociación Musical San Isidro Labrador de Churriana, además de 40 mantillas y un centenar de nazarenos con túnicas y faraonas azul marino.
El recorrido inicial se alteró y se optó por una versión más corta, sin subir hasta el Barrio Alto. Tras llegar a Puente de Ronda se decidió bajar directamente por la calle Peral hacia Ramón y Cajal. Precisamente, al entrar en esta avenida chispeó ligeramente y hubo algunos momentos de nervios, aunque finalmente no ocurrió nada. Unos metros más adelante, frente al Hotel San Cristóbal, los hermanos de trono alzaron a pulso al Nazareno ante una gran presencia de público.
El itinerario se pudo completar sin problemas, con un momento álgido en Puente Málaga, con el paso ante la tribuna de venia, previo al tramo final hacia el encierro. El encuentro entre ambos tronos se produjo en la plaza del Santo Sepulcro, desde donde María Santísima del Mayor Dolor, La Guapa, entró ya en la Casa Hermandad, momento de relajación tras el que se procedió a quitarle las flores y a repatirlas entre todas las personas que querían llevarse una.
El Señor de Marbella continuó hacia la iglesia de la Encarnación, donde entró en torno a las 00:45 horas, cerrando así un impecable desfile de Miércoles Santo, con mucho público en las calles de Marbella, víspera de día de fiesta, aprovechando también para disfrutar con la buena temperatura de la noche.
Galería de fotos de la procesión del Nazareno.
EL APUNTE DE JUAN LUIS GÁMEZ
El Señor de Marbella. Tras él, miles de almas, miles de promesas, miles de agradecimientos, miles de luces iluminan la noche del Miércoles Santo. Le rezan, le piden, le dan las gracias. Algo tiene Nuestro Padre Jesús Nazareno (el Nazareno), su cruz sobre el hombro izquierdo nos recuerda que todos llevamos alguna cruz en nuestras vidas. Morado es el color de la Noche del Miércoles Santo en Marbella. Promesas, miradas perdidas, cirios del mismo color, consumiéndose conforme pasan las horas en las que el Señor de Marbella está en la calle.
El paso nazareno, único, inimitable, inconfundible, característico, sereno, templado, sosegado, hace que la túnica morada se mueva de tal forma que parece que Nuestro Padre anda sobre el manto de claveles rojos. Le acompaña María Santísima del Mayor Dolor, el trono más pesado de la Semana Santa marbellera, mientras le gritan “Viva la Guapa” sus hombres de trono, que sobre sus hombros hacen auténticos sobreesfuerzos para que el mecido no pierda el paso.
Hora del encierro, momento de recogimiento al comienzo, mientras las imágenes llegan a la Plaza de la Iglesia, silencio que convierte en vítores cuando los portadores, pese a estar exhaustos por el esfuerzo, consiguen sacar fuerzas para subir a los cielos las imágenes del Nazareno y la Virgen del Mayor Dolor. Cuando se cierran las puertas tras un último esfuerzo portador (“a brazo” les grita Olegario), muchos lloran porque dicen que no le verán hasta el año que viene. Pero está siempre en su casa, para cualquiera que quiera pedirle, rogarle y agradecerle.
María Santísima del Mayor Dolor, por la calle Trinidad. (Foto: J.C.A.)