Llega a la entrevista con
Marbella24horas, cómo no, sobre una bicicleta, cogida después de la mano para recorrer las calles del Casco Antiguo de su ciudad.
El pasado mes de septiembre dejó el
ciclismo profesional tras 17 temporadas, con una amplia trayectoria, siempre modélica y digna de reconocimiento.
Por ello, se le ha concedido la
Medalla de la Ciudad, que recogerá en el acto que tendrá lugar el próximo día 28 de febrero.
Junto a sus valores deportivos no se puede olvidar su compromiso continuo con el
medio ambiente y con la movilidad sostenible.
Luis Ángel Maté Mardones lanza un mensaje contra el negacionismo climático y también hace un repaso por algunos de los mejores momentos de su vida deportiva.
- ¿Qué supone recibir la Medalla de la Ciudad de Marbella, de tu ciudad?
- Es un reconocimiento muy bonito, muy especial. A todo el mundo le gusta que le reconozcan su trabajo y más aún en tu tierra. Al principio de tu carrera no le das la importancia que le doy ahora a estos premios, porque quieren decir que tu trayectoria ha trascendido más allá de tu deporte y eso es algo muy bonito, así que muy orgulloso de que me reconozcan en mi tierra.
- Los ciclistas agradecéis mucho el cariño de la afición, y más de tus paisanos.
- Siempre he sentido el cariño de Marbella, de la gente de Marbella, y siempre también he llevado el nombre de mi ciudad con orgullo, es un reconocimiento muy bonito.
- También reciben la Medalla de la Ciudad otros dos deportistas, nunca había pasado. ¿Conoces a Ayoub Ghadfa y a Elena Benítez?
- Conozco a Ayub, me parece un tío espectacular. Me encanta, tanto como persona como deportista, es un ejemplo, un chico encantador. A Elena no he tenido la suerte, la conoceré el día 28. Sobre todo, es una oportunidad para reivindicar que el deporte tiene que formar parte de nuestra sociedad y que las instituciones públicas tienen que ser conscientes de ello. Es un derecho, transforma las vidas.
- Desde que te retiraste, no paras de recibir reconocimientos. En diciembre te dieron el premio "Gino Mader" al ciclismo solidario.
- Fue en París, con muchas autoridades, era la primera edición, también estaban los padres de Gino y fue muy emotivo. Es un premio muy bonito, también por los valores que Gino representaba que son la sostenibilidad, el ecologismo, el respeto al medio ambiente, con los que yo me identifico mucho y con los que creo que nuestro deporte tiene que hacer bandera.
- Hiciste un discurso muy reivindicativo a favor del medio ambiente. ¿Por qué?
- Sobre todo porque creo que es nuestra obligación. Hay que ser conscientes del contexto y de la realidad en que vivimos. Por desgracia, nos enfrentamos no solo a una crisis climática devastadora, sino también a una serie de corrientes negacionistas que son tanto o más peligrosas que la propia realidad. Creo que quien tenga la oportunidad, tiene la obligación de hacerse eco de esto, porque el silencio es cómplice. Hay que dar voz a la comunidad científica, que es la que lleva décadas anunciando lo que está pasando, pero parece que los intereses económicos van por otro lado.
- Ese peligro es real y lo estamos viendo casi todos, ¿no?
- Sí, sí, es una realidad, tenemos que alzar la voz, nos concierne a todos, independientemente de la ideología, el daño va a ser de igual y común para todos, con lo cual pienso que es muy importante lanzar este mensaje. Los populismos y la manipulación han existido siempre, pero quizá ahora lo más necesario es estudiar la historia porque tiene grandísimos ejemplos de a dónde nos llevan ciertos populismos y ciertas corrientes, es más importante que nunca.
- En 2022 donaste un millar de árboles para Sierra Bermeja tras el incendio. ¿Cómo surgió esa iniciativa?
- Fue una catástrofe sin precedentes en la provincia de Málaga, por la cantidad de hectáreas y porque se quemó un bosque, mi oficina, donde yo entrenaba, donde eché los dientes y me impactó muchísimo. Aproveché el marco de la Vuelta para intentar hacer algo bonito y, sobre todo, más que por los árboles en sí, por concienciar a la gente y creo que fue un éxito. Se hizo bastante ruido, mucha gente vino a apoyar y se animó a dar pasos para seguir haciendo este tipo de cosas.
- Recientemente, además, has 'fichado' por el Ayuntamiento de Estepona.
- Soy marbellero, pero siempre he tenido una relación muy estrecha con Estepona. Mi primera licencia fue con la Unión Ciclista Virgen del Carmen, porque en Marbella no había escuela. Recuerdo que iba tres veces en semana, mi madre me llevaba después del colegio en el Fiat Punto, metíamos la bici e íbamos a entrenar con Baeza, que hacía una labor extraordinaria. Y bueno, luego también Sierra Bermeja y todo el entorno ha sido mi oficina de trabajo, más que Marbella, porque hay menos tráfico y entrenaba más seguro. El alcalde me propuso la opción y es algo muy especial, una forma, al final de mi carrera profesional y el comienzo de la otra, de volver a mis orígenes. Muy contento.
- En Marbella vas a organizar un campus en marzo. ¿Tienes más proyectos?
- La primera edición, el año pasado, fue en Almuñécar, es una idea que tenía mucho tiempo en mente y para mí es muy especial traerlo a Marbella, a mi casa, con todo lo que eso conlleva. Siempre he llevado el nombre de Marbella con mucho orgullo y ahora es una oportunidad muy bonita enseñar a todos mis colegas mi tierra, las bondades que tiene para el ciclismo y para el cicloturismo, unas posibilidades inmensas, que además puede ser un turismo de calidad, amable con el medio ambiente. Espero que sea el principio de algo que se quede en Marbella y que la sitúe como referencia internacional.
- Como recuerdas tus inicios en equipos como Ávila Rojas o Saunier Duval, ¿ahí ya pensabas que te podrías dedicar a esto?
- Una época muy bonita. Hace poco estuve comiendo con Machín, que ahora es vecino de Estepona y fue quien me fichó para Saunier Duval. El año anterior había ganado una etapa en el Circuito Montañés, una carrera internacional de mucho nivel y fue quizá el punto de inflexión en el que me di cuenta de que podía ganarme la vida con el ciclismo. Lo recuerdo con mucho cariño. Tuve que emigrar al norte, a Cantabria. Fue una época preciosa, con muchísimos viajes desde Marbella, viviendo allí solo, pero con muchísima ilusión.
- ¿Cómo fue el día en que te dijeron que ibas a pasar a profesional en el Andalucía Cajasur?
- Recuerdo que fue Antonio Cabello, que ya había hablado con mi padre, se lo había comunicado primero a él y me llamó para quedar en Lucena, en un restaurante. Es de Córdoba, nosotros de Marbella, más o menos a mitad camino. Fue muy escueto, allí me reuní con él y con mi padre, firmamos mi primer contrato profesional. Este año, cuando volvía de la Vuelta, pasamos por la puerta del restaurante donde quedamos, es un lugar que evidentemente no olvidaré nunca.
Luis Ángel Maté, en 2018, en su estreno como profesional en Mallorca.
- Y llegó el estreno en el Trofeo Soller, en Mallorca, el 13 de febrero de 2008.
- Ya había corrido el año anterior una carrera profesional, la Clásica de los Puertos, con la selección sub 23 española, pero aún no era profesional, me estrené efectivamente en Mallorca.
- Después, el paso a Italia, ¿qué supuso en tu carrera?
- Fue una oportunidad única, dejar un equipo muy pequeño (Andalucía Cajasur), con gente de casa, muchos amigos, mucha ilusión, pero muchas carencias, muy humilde, y pasar a otro (Androni Diquiviovanni) en el que competía con los mejores ciclistas del mundo, con Davide Rebellin, con Gilberto Simoni, con Michele Scarponi. Si no recuerdo mal, el otro día miré la estadística, ese primer año (2009), en todas las carreras a las que fui, en todas ganamos algo. Era un equipo que dominaba el ciclismo internacional, estaba muy profesionalizado, tuve la oportunidad de correr con gente con la que había jugado a las chapas. Cambió mi carrera.
- ¿Cómo surgió irte a Francia al Cofidis en 2011?
- Fue gracias a Bingen Fernández, un corredor vasco que corría en Cofidis, con el que había coincidido en concentraciones y tenía buena amistad, entré en un programa de seguimiento que tenían. En aquella época era muy difícil que en Francia apostasen por españoles, teníamos colgado el sambenito del dopaje y me hicieron un seguimiento muy exhaustivo, mi fichaje costó dos años. Análisis de capilares, de sangre, de todo, porque no se fiaban realmente de los españoles. Me siento muy orgulloso de haber dado ese paso porque creo que abrí la puerta a otros muchos. Fue un cambio muy importante, porque el equipo italiano tenía una vida corta y pasé a otro que me permitió correr las mejores carreras del mundo durante diez años.
- Pudiste correr Vuelta y Tour, ¿en cuál has disfrutado más?
- En la Vuelta, sí. La disfruté con más madurez, con la tranquilidad que te dan los años y el saber hacer. En el Tour iba todo mucho más acelerado, había muchísima más presión y yo tampoco era lo suficientemente maduro como al final de mi carrera para realmente saborear lo que estaba viviendo.
- De las doce participaciones en la Vuelta, ¿con cuál te quedas?
- Con una que acabé entre los 20 primeros (2014), en esa iba muy bien. Si no hubiese perdido tiempo en un abanico en la etapa de Albacete, podría haber estado cerca del Top 10. Físicamente es en la que mejor me encontré. La de 2018, que estuve líder de la de montaña, fue muy bonita porque casi gano esa clasificación, pero por desgracia caí enfermo y no pude.
- Qué lástima que no pudieras participar en aquella Vuelta que salió desde Marbella en 2015.
- En realidad, a día de hoy, todavía no sé qué pasó. Tampoco me he querido enterar, porque ya no tiene solución. Teníamos un esprinter, Nasser Bouani, que elegía él prácticamente el equipo para ayudarle. Yo no podía apoyarle como antes, mi perfil había cambiado, más escalador. Supongo que la alineación la haría él. El manager lo pasó mal para decirme que no, eso me consta.
- Acabar 18 grandes rondas (12 Vuelta y 6 Tour), todas en las que has participado, no está al alcance de muchos.
- He tenido enfermedades, pero no para retirarme, es una estadística nada fácil, hay que tener un punto de suerte. Uno de los momentos más bonitos en el ciclismo es cuando acabas una gran vuelta, llegar a Madrid o a París, es un momento de felicidad absoluta, por mucha miseria que hayas pasado. Haberlo vivido 18 veces es una pasada.
- Has conseguido cuatro triunfos de etapa como profesional, que han podido ser más. ¿Qué espinita tienes ahí todavía?
- Tuve una que la perdí yo en la Vuelta a Andalucía, una primera etapa que acababa en Benalmádena, fui siempre en fuga, dominándola, gané la montaña, las metas volantes, iba muy seguro de mí mismo, pero en el último esprint, con el pelotón pisándonos los talones, cometí el error de menospreciar a mis compañeros de fuga y al final me ganaron y quedé segundo. Esa me dolió mucho, mucho. Esta última temporada, en Asturias, la etapa de Oviedo, me quedé bajando el puerto de El Violeo, creo que podía haberla disputado. En Portugal también perdí una por un tubular, pero sobre todo esas dos.
- Acabar en un clásico como Euskaltel, ¿es el final soñado?
- Ha sido muy bonito, muy bonito. En la vuelta a la élite de un equipo mítico, que forma parte del patrimonio de nuestro ciclismo, con lo que supone este deporte en el País Vasco. Haber podido estar ahí es de lo que mejor que me ha pasado en mi carrera. Me han recibido con los brazos abiertos, me he sentido un vasco más. Llevaré siempre con orgullo haber podido formar parte de esa marea naranja. No me podría haber imaginado un cierre mejor a mi carrera.
- ¿Quién es el mejor ciclista con el que has compartido pelotón?
- Fíjate que no sé qué decirte. Estaría entre Alberto (Contador) y Alejandro (Valverde), que para mí han sido dos personas tocadas con la varita mágica, pero había uno que era capaz de estar a su nivel, e incluso por encima, sin ese talento natural, que era Purito Rodríguez. Les ganaba muchas veces, le tengo mucho respeto porque era capaz de estar con ellos sin tener su talento.
- ¿La mejor afición que has visto?
- Sin ningún lugar a dudas, la del País Vasco. En cualquier carrera va la familia entera, las cuadrillas, no hay otra igual.
- El mejor periodista especializado que has conocido.
- Le tengo mucho respeto a Javier Ares, crecí con él como locutor. Me pone los pelos de punta cuando narra el ciclismo.
- El puerto más duro que has subido y el más difícil de bajar.
- El más duro, el Angliru, y para bajar El Violeo, el que he dicho antes que me quedé bajando (ríe). El Cordal es el más difícil de bajar, también me caí este año en Asturias.
- La carrera más bonita que has disputado en estos 17 años.
- La Vuelta, sin duda. También me gusta mucho el Giro de Emilia, en Italia, que acaba en el Santuario de San Luca, que es precioso.
- Tras la retirada ¿qué?, porque de la bicicleta no te vas a bajar.
- No no, a los niños los llevo al cole en bici siempre que puedo, es un vehículo de uso cotidiano para mí. Ahora empieza otra fase, un cambio muy brusco, físico y psicológico, no es fácil dar ese paso de tu burbuja a la vida real, y en ello me ayuda mucho la bici. Aterrizar en el mundo real, compitiendo en gravel y mountain bike. Seguiré pedaleando.