Este mes de julio era el momento escogido por el CEM para realizar la subida a Mulhacén, una actividad que prometía ser una gran experiencia y que deseaban hacer muchos socios del club marbellí.
La expedición marbellí formada por casi una veintena de escaladores quedó pronto en el punto de encuentro para partir hacia la fala de Sierra Nevada. El inicio de la actividad comenzaría en la Vereda de la Estrella, para seguir una de las rutas más duras que existen con un recorrido de 18,5 kilómetros lineales y 2.400 metros de desnivel que superar.
El inicio de la subida resultó muy agradable, con una ligera brisa que suavizaba las altas temperaturas y con Pedro y Javier como grandes guías explicando todos los detalles de la zona. El camino llegaría hasta Cueva Secreta, tras varias horas de caminata y con los kilómetros y los kilos en las mochillas empezando a hacer mella.
Tocaba cruzar el río por un pequeño puente que accede a la primera gran rampa de la subida, no muy larga pero sí lo sufieciente para estirar al grupo. Al final de dicha rampa, una pequeña sombra servía de cobijo para recuperar fuerzas, hidratarse y compartir anécdotas y experiencias.
Uno de los momentos de la ascensión.
Al poco de esa parada el paisaje comenzaba a cambiar de tonalidades, pasando del amarillento de la seca vegetación al verdor de la hierba fresca propia de la altura que ya iba alcanzado la expedición del Club de Escalada
En ese entorno la ascensión se iba acrecentando y en un idílico prado verde, junto a un torrente de aguas cristalinas, tocaba realizar la última parada larfa de la jornada para refrescarse antes de atacar las últimas rampas, las más duras.
Aún quedaban un par de horas que resultaron de gran dureza, se unía a la altura y una gran pendiente sin sendero, por donde el grupo ya se estiró en gran medida, siguiendo cada uno el ritmo que sus fuerzas le permitía.
Por fin en el crepúsculo del día el CEM coronó en dos grupos a la “Laguna de la mosca”, lugar de acampada, en el que hubo que pasar una noche fresca (menos de diez grados) pero bajo un cielo estrellado y limpio que supuso uno de los grandes momentos de la expedición.
Después de despertar y al unísono el grupo se encontraba demasiado cansado para acometer la cumbre, que ya se veía, por lo que decidió emprender el viaje de vuelta desde ese punto. El camino del día anterior, el compañerismo vivido y el espectáculo de estrellas durante la fría noche hacían que ya mereciese la pena el esfuerzo realizado.
La expedición marbellí disfrutó del espectacular paraje que ofrece Sierra Nevada.
El descenso comenzaba como terminó la tarde anterior, con las pendientes más pronunciadas, por donde había que poner especial cuidado en cada paso, ya que las lajas de pizarra que adornan todo el suelo resbalaban entre sí y podían provocar caídas.
Según avanzaba el descenso la inclinación se hacía más llevadera, las paradas para descansar ya no eran tan imprescindibles, aunque hacía mucho más calor que el día anterior, el ritmo estaba mucho más ágil y en la mente de la expedición había algo que les empujaba a avanzar.
Pasadas las dos de la tarde, el grupo del CEM llegaba al punto inicial donde aguardaban los coches. Antes de partir hacia Marbella un nuevo refrigerio servía a la expedición marbellí de despedida de una aventura extraordinaria.