Este verano, aunque nos pese, va llegando a su fin (aunque nos quede el agradable septiembre), todos somos conscientes que en el noveno mes nos quedamos prácticamente en familia, vuelven los quehaceres diarios, las obligaciones ordinarias y todo vuelve a su sitio. Vamos poco a poco abandonando playas, clubes de playa, conciertos, moragas, paseos por la zona más cercana al mar, hasta que nos llega mediados del próximo e inminente septiembre, y con los más pequeños metidos en la vorágine escolar, decimos aquello de “el final… del verano… llegó…”.
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Es otro de los temas que han trascendido es este exitoso verano para Marbella (en donde la ocupación parece que ha sido alta, a expensas del gasto, que esperamos haya sido el esperado por lo menos). Y es que la proliferación, abusiva, de vendedores ilegales en muchas zonas de nuestra ciudad, especialmente el Paseo Marítimo, no sería noticia si no viene acompañada con una cierta perspectiva de los hechos, así como un análisis de las distintas declaraciones de partes implicadas, y una visión que tenemos los ciudadanos de a pie que hemos visto el antes y el ahora en los últimos meses.
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Sin duda, la gran novedad del verano ha sido la nueva vía peatonal-comercial de Miguel Cano, en su zona sur, toda vez que la parte norte tuvo que ser replanteada para que durante los meses de verano, cesara la actividad en la reforma para que se mostrada de la manera más “presentable” posible cara a las miles de visitas que recibiría en estos tiempos de asueto.
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El aumento del número de vehículos en la ciudad provoca un aumento en el número de imprudencias al volante. En la gran mayoría de los casos la llevan a cabo conductores despistados… cuántos de nosotros, en una ciudad que no es la nuestra, no hemos hecho la clásica “pirula” buscando una dirección o un aparcamiento…
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Excelente noticia (por esperada) la de continuación de las obras del pabellón deportivo de la zona de Bello Horizonte. Sobre todo porque tras casi un año en el ostracismo y en el más absoluto de los silencios, se observa movimiento de operarios en el futuro recinto situado junto a la autovía, y semanas atrás, responsables municipales han visitado las obras y han llevado declaraciones públicas respecto al inminente futuro del recinto.
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Hasta la fecha, parece que la edición de este año del Starlite Festival, está siendo un éxito, aunque siempre habrá razones para diferentes críticas de unos y otros (que si el precio de las consumiciones es abusivo, que el precio de las entradas a los conciertos es desorbitado…), pero lo cierto es que la promoción que le ha dado al verano de Marbella está fuera de toda duda, y el cartel de conciertos es más que impresionante para todo una temporada estival.
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Hace años fue el epicentro de la llamada “movida” nocturna, aunque tal no es que fuera una masiva movida, pero en ese céntrico enclave se reunía la juventud de Marbella, en aquellos tiempos en los que el actual revalorizado Puerto Deportivo vivía sus horas más bajas. Hasta una decena de bares jalonaban el entorno de la Plaza de los Olivos, puntos de encuentro de centenares de chicos y chicas, que actualmente muchos cuentan ya con descendencia, otros muchos de ellos visten canas… Fue una época en la que, pese a las reticencias (lógicas por otra parte) de vecinos, y las consabidas molestias, la juventud marbellí se reunía desde primera hora (aquella Bastilla como punto de quedada…) hasta casi el amanecer (Zimbabwe, Annual, Premiere…), pasando por lugares de paso intermedio (O’Briens, La Botellita, Maraku, Siete…). Lo que inicialmente se limitaba a la propia plaza de los Olivos, también creció a Jacinto Benavente y a la calle Francisco de Quevedo, creando un entorno cercano para todos, que solo con cruzar de calle podía acceder a cualquier bar.
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Hace ya unas semanas que leí la noticia. A veces, los temas para comentar, se desfasan en el tiempo, pero es que existen -por suerte- otros a comentar en este pueblo mío. Y me quedé, una vez más, boquiabierto. No hay día en que no me sorprendan ciertas cosas que aquí ocurren, en muchas ocasiones pasando -parece ser- desapercibidas para la ciudadanía pero no al menos para este vecino observador, lector de todo lo que se publica sobre Marbella, y conocedor de bastantes cosas que ocurren por estas latitudes.
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El Ayuntamiento de Marbella, con buen tino, hace tiempo que declaró la guerra a la publicidad masiva en lugares públicos. Existían puntos donde la proliferación de carteles sobrepuestos unos sobre otros suponían una más que nefasta imagen de la ciudad. Con retirada, chorro a presión incluido y con imposición de multas a los anunciantes que aprovechen cualquier espacio para instalar cartelería, el consistorio pretendía suprimir esa práctica habitual de colocar carteles y publicidad de todo tipo, sin la pertinente autorización, y sin preocupación alguna por la estética de Marbella.
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Pues ya tenemos, por fin, las playas llenas. Atestadas no solo de bañistas, sino que también pueblan la arena los anhelados socorristas (después de la situación, cuanto menos rara, surrealista, kafkiana, y en cierto modo, absurda), que ya ejercen su trabajo, nunca mejor dicho porque la polémica sobre la presencia de los socorristas se ha debido al requerimiento en cuanto a la consideración de relación laboral, con lo cual, los ayuntamientos han tenido que llevar a cabo diversas acciones para que terceros asuman el servicio. Pero, por desgracia los arenales también se encuentran atiborrados de vendedores ambulantes.
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