No es la primera vez que escribo sobre esto. Pero después de casi tres lustros en Málaga aún sigue sorprendiéndome, obnubilando una parte de mis entendederas, próximo al síndrome de Stendhal, permítanme la hipérbole, porque el modo y las formas se encuentran tan alejados de los corrientes en mi tierra de origen donde crecí, la Bizkaia urbanita, industrial y proletaria de los ochenta, que este huracán de relumbrones aún me deja estupefacto.
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Marbella ha hecho su apuesta para los próximos cuatro años. Marbella ha apostado por la continuidad de un modelo que sustenta su praxis política en la depredación del entorno, en el beneficio cortoplacista y en el establecimiento de redes clientelares. Y este hecho se constata desde 1991, cuando GIL implantó esta forma de actuar como resorte de mayorías absolutas domingo pasado incluido. Es la elección de la mayoría desde entonces, que solo tuvo un impás con la intervención judicial y la imposición legal de la gestora y el gobierno del tripartito durante dos años. La elección de Marbella.
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“Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos”, Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles.
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Qué oportunidad tenemos el próximo día 26, la posibilidad de escoger la Marbella que queremos ser, de marcar durante 4 años la estrategia del que será el futuro de la ciudad. Y más allá de un deseo democrático, esta afirmación es más veraz y pegada al suelo que nunca, porque en la próxima legislatura se definirá y desarrollará el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), ese mapa que limita los usos que le daremos al suelo de nuestro término municipal y que configurará la ciudad del futuro.
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Este artículo va escrito a caballo si están leyendo su versión digital o su versión en papel. En la primera, la digital, la carrera electoral es aún una llamada a la acción postergada 24 horas, hasta que la Ley Electoral dé el perentorio pistoletazo de salida y los partidos que concurren a los comicios locales, 10 en Marbella, comiencen su escalada de propuestas y convencimientos.
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En mi adolescencia las sirenas de las fábricas en el cambio de turno me sacaban del sueño, toda la vega del Valle de Trápaga se extendía más allá de nuestro balcón y las fábricas, monstruos multinacionales, engullían a miles de trabajadores que amoldaban su vida a esos horarios partidos en tres. Hileras de hombres y mujeres hormigueaban por la carretera, recta, enfilaban sus pasos hacia una u otra. Todo ello bajo el latido de Altos Hornos de Vizcaya que hacían latir el cielo de rojo con cada nueva colada de hierro, el latido del hierro.
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Y una vez que la lluvia se llevó el perfume de inciensos y dio portazo a ese impasse que genera la Semana Santa quedó la ciudad retratada en sí misma. Una ciudad repleta de contradicciones, sólida y superficial a un tiempo, que ofrece lo mejor y lo peor de un destino turístico y que en estos días de asueto muestra su cara de belleza árabe y tardorromana y el despropósito de un urbanismo que ha canibalizado parte de su esencia.
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Despliega Portillo con pompa y boato su nueva flota de autobuses repletos de chucherías, que apunta una amiga, esto es modernerías varias, hibrideces, redes de conexión wifi, etc. Nueva flota que concita 18 nuevos autobuses, que son los mismos que desplegaba en la actualidad, 18. Pompa y boato, decía, con gratuidad del servicio para los empadronados incluida. Muchas fotos y muchas familias curiosas se acercan a golismear aquellos animales brillantes con olor a novedad que veremos circular por nuestra ciudad por diez años más pese al deficiente servicio y quejas que la compañía ha servido hasta ahora.
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Este mes de abril, el día 2, se cumplieron 15 años de la publicación de mi primer libro de poemas. Se titulaba, se titula, “Las Estaciones y Los Días” y sus versos estaban transidos por el material que más cerca tenía, mis alrededores, los de mi gente, mis calles y sus calmas y quietudes, su nervio de barrio obrero a flor de piel. También había algún resquicio para el amor más joven y temprano, y para las complicidades engarzadas entre abuelos y nietos. Un verso dedicado a los locos, otro a los músicos y poetas, algún requiebro naturalista y otros bodegones e incluso una salpicadura de muerte.
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Escribo estas líneas desde un mar bronco y oscuro, brutal en ocasiones, que ha modelado la costa a su imagen y semejanza, igualmente bronca y oscura y brutal en ocasiones. Una costa en la que los pueblos se abrazan a las rocas para evitar sus embates, que se protegen en calas imposibles, en acunados fondos de rías, apostados tras farallones inmensos que caen a pico sobre las olas.
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